- La hermosa enseñanza del alemán Claus Henning-Schulke, el aguatero que le colaboró a Eliud Kipchoge en la reciente Maratón de Berlín
________________________________________________________________________
Por Alexander Aguilar Soto
Director de Humano Inteligencia Empresarial S.A.
alex@humanocr.com / www.humanocr.com
________________________________________________________________________
Claus Henning-Schulke, alemán de 56 años, es el aguatero de moda. En el mundo del atletismo, y más allá, muchos hablan de él.
No es para menos. Fue el asistente de lujo que tuvo Eliud Kipchoge en la recién Maratón de Berlín, donde nuevamente batió el récord mundial de la temida distancia de los 42 kilómetros con 195 metros.
Claus también había sido el encargado de entregarle el agua y el hidratante a Kipchoge en el 2018, cuando había roto por primera vez la marca de la distancia.
En cada fotografía y en cada vídeo este alemán muestra su pasión al servirle a Kipchoge. Celebra al máximo cada “entrega a tiempo”, con pasión, con un don de servicio digno de imitar.
Se preguntará usted: ¿Y que con entregarle la botella de agua a Kipchoge?
Es que esta metáfora del aguatero debe servirnos de modelo para cada trayecto de nuestra existencia en que interactuamos con los demás: familiares, amigos, compañeros de trabajo, jefes, etc.
Resulta que muchas veces no somos nosotros las estrellas ni los actores principales de la “película”, pero debemos estar ahí, cerca, para servirle al otro de puente y así pueda pasar al otro lado. Debemos acercar nuestros talentos, disposición, buena actitud y don de servicio para que el otro alcance su meta, su objetivo más añorado.
No siempre los reflectores y las cámaras estarán puestas sobre nosotros, sino sobre el otro. Ahí es donde debemos poner nuestros hombros para que se apoye, para que suba, para que descanse y luego continúe, si fuera el caso.
Por eso es que el trabajo del aguatero Claus Henning-Schulke nos deja grandes aprendizajes, para trasladarlos a nuestras realidades.
Como he reiterado, a veces no nos toca brillar a nosotros y debemos hacer un trabajo de “aguateros”, detrás del escenario, para que al otro le salga todo de maravilla, para que se luzca y gane su “maratón”.
Y al final tendremos el mayor reconocimiento y satisfacción posibles, que es ver al otro triunfar y ganar su carrera, sea del tipo que sea. Se siente bonito y en ese momento nos veremos como parte del proceso y del éxito, como un “aguatero” de lujo.
Como tan bonito habrá sentido Claus cuando Kipchoge le regaló el número con el que corrió su mejor maratón y en el que ponía, de su puño y letra, un hermoso agradecimiento: “Querido Claus, sin ti no habría conseguido este récord mundial”.
Y el tal Claus fue solo el que le dio el agua…
¿Será que usted es un buen aguatero?