Inicio Opinión #EnLaMira: ¿Acaso un disparo policial de vacilación?

#EnLaMira: ¿Acaso un disparo policial de vacilación?

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Minor Araya Salguero

Criminólogo – Exjefe OIJ – Especialista SWAT

En agosto, 2019, tuve el honor de dirigirme a unos 200 estudiantes en la Academia Nacional de Policía (Pococí) – a poco de alcanzar su graduación – el objetivo: ofrecer una charla sobre el Uso de la Fuerza Letal e interactuar con aquel joven y distinguido futuro policíal.

Cuando, al finalizar la exposición pregunto ¿Qué les parece..? Después de algunos segundos de interminables murmullos, unos cinco valientes brazos se elevaron pidiendo la palabra. Uno de aquellos muchachos – según recuerdo – me dice:

«Es que, es que Licenciado, acá nos enseñan que en un enfrentamiento con un sospechoso armado, el policía dispara únicamente si es apuntado con un arma de fuego; uno como oficial, debe esperar a estar «encañonado» para disparar en legítima defensa. No así, como usted dice..».

¿Y, si el sospechoso amenaza con otro tipo de arma, que hacen ustedes..? – pregunté

Siguió la procesión de murmullos y otro buen cadete, luego de la discusión que tenia con sus compañeros me dice: «no, no se le dispara..». Mientras otros me decían «Sí,  pero uno se puede meter en un problema legal..». Etcétera, etcétera.

Ciertamente, aquella audiencia de buenas muchachas y muchachos estudiantes del

Arte Policial, nunca olvidarían tal discusión sobre un tema, incuestionablemnte delicado en materia del mantenimiento del orden y ley.

Y sí, por supuesto, detecté un preocupante vacío conceptual. Sí, capte una muy peligrosa Mentalidad Policial Titubeante, de Vacilacion, una condición que espero fuera debidamente atendida por los responsables de su educación; instructores de amplia experiencia y mucho conocimiento.

Ah sí, la capacitación ¿Sabía usted, estimado lector que, la capacitación, el entrenamiento resulta ser la base fundamental del buen, por esperado, desempeño policial..?

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“El propósito de luchar es ganar. No hay victoria posible en defensa. La espada es más importante que el escudo y la habilidad es más importante que cualquiera de los dos. El arma final es el cerebro. Todo lo demás es complementario”. – John Steinbeck

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Correcto..! Son habilidades lo que la capacitación y el entrenamiento aportan al agente.

Si usted, como policía, entra a ese muy peligroso ruedo llamado «las calles«, su mente no debe tener dudas. Su «mentalidad» debió, con anticipación, haber sido muy bien alimentada con valores y conceptos, sobre todo, de supervivencia, en donde, la duda como improvisación (vacilacion), tenga espacio en la mente policial, la probabilidad de yerro se eleva a su máxima expresión y esto, puede perfectamente terminar en desgracia.

Si la tarea es asaltar un vehículo, allanar un edificio, rastrear, seguir, vigilar y detener a un sospechoso en cualquier ambiente y sobre todo, enfrentar y neutralizar una amenaza, se requiere de un alto conocimiento en varias materias que se relacionan entre sí; un contenido técnico y táctico que alimenta la mecánica de movimientos (la habilidad motora) tanto como la mentalidad, hasta hacer de esta, una Superioridad Mental.

Nos dice el experimento Dick Fairburn, instructor en armas de fuego – en Illinois y Wyoming – lo siguiente:

«Debe tener memorizados, palabra por palabra, estos aspectos legales/políticos del uso de fuerza letal. Su comprensión de sus “reglas de enfrentamiento” debe estar tan profundamente programada que su cerebro subconsciente (cerebro medio) reconocerá instantáneamente una situación de tiro legítima cuando se encuentre con una. Esta decisión sobre la fuerza letal debe tomarse con mucha antelación para que, literalmente, se pueda llegar a este veredicto en automático; detenerse a pensar en ello lo pondrá en riesgo.».

A Fairburn, la razón. Entrar en una «pelea a muerte» sin poseer una Superioridad Mental, perfectamente puede ocasionar un Disparo de Vacilacion; en donde, el agente no sigue los parámetros de un correcto y autorizado guión, simplemente dispara,

improvisando lo que él cree es correcto, cuando en realidad no lo es.

La improvisación en las calles, en el campo de operaciones es válida; no obstante, aquello es o puede ser como «una moneda al aire». En materia policial, ante un proceso de enfrentamiento con una amenaza, la improvisación podría ser el primer clavo del ataúd. ¿Un ataúd para quién..? ¡Si, ahí está el detalle..!

Según el resultado de la operación; si este es aceptable ante la opinión pública, de seguro hasta la ignorancia, como foca, le podría aplaudir.

Resulta incuestionable, la siempre necesaria, objetiva y oportuna capacitación, con el debido entrenamiento físico y mental, se convierte en uno de los

factores supremos que trata de incidir en la reducción de la peligrosa improvisación policial. ¡Disciplina policial!

¡Claro..! Tal vez usted se esté preguntando ¿Bueno, es que me urge saber qué es un Disparo de Vacilacion y así criticar esta verborrea..? De esto se trata amigo lector; no vaya mentalmente tan rápido que olvide aspectos clave, sí, ya mencionados y no vaya a ser que, el dueño de la verborrea sea otro.

Vamos, siga leyendo con atención, que pistas voy dejando. ¿Porqué..? – se preguntará usted.

Porque, por ejemplo, dentro del cuadro de atención policial de una crisis, el policía debe, en el menor tiempo y bajo una presión increíble por abrumadora, recibir, analizar y procesar información vital no ordenada ni confiable a efecto de, no solo entender el ambiente que involucra vida o muerte, también enfrentarlo y así, lograr controlar este bajo el marco de la Ley.

Totalmente de acuerdo con usted: ¡Ser un buen Policía, sencillamente, no es jugando..! En segundos, con sus actos, el agente no solo se juega su sustento, también sus bienes, su libertad, su salud y, hasta su vida. ¡Merece respeto..!

Así que ¿Tenemos en Costa Rica, casos registrados que involucren un Disparo de Vacilación..?

Al igual que, como lo hiciera en agosto 2013, ante el Tribunal Penal de Pavas, en calidad de perito experto en un caso de homicidio, hoy lo intuyo:

Lamentablemente, desde mi perspectiva, desde mi experiencia, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), quizá aún no esté aprendiendo totalmente de sus experiencias. Tal vez no esté aprovechando el rico contenido de los casos que aciertos y yerros pudieran tener y así los transforme en Procedimientos de Operación Normales (PON’s), tanto como en teoría fundamentada a disposición de consulta y capacitación.

Debido a lo anterior, nuestra Policía Judicial, al igual que las instituciones policiales preventivas de este país, quizá no hayan investigado y documentado este tipo de conductas operativas en el marco de Atención a Incidentes Críticos. Espero equivocarme pero…

Que tal si le entramos a un caso muy interesante. Sí, a un caso que pareciera calificar como tal en donde, según la información obtenida de fuentes abiertas y a través de «la línea baja», tiene lugar no solo la crítica basada en la ignorancia y deseos de mover dedos y lengua, también en lo que pudiera ser un Disparo Policial Titubeante (de vacilación)

¿Le entramos…? No se desespere, que la desesperación muchas veces, es la que causa errores policiales gravisimos. Vea usted, por esto y más, muchos quieren ser buenos policías, pero son pocos los que llegan a serlo.

Sábado 4 de mayo, entre las 11 y 12 medio día, el restaurante McDonald’s en el Paseo Colón intempestivamente se convierte en un angustiante centro de atención nacional.

El medio AMPrensa informaba; «Minutos de terror vivieron las personas que se encontraban en un restaurante de McDonald’s, ubicado en Paseo Colón, luego de que un hombre resultara herido de bala.».

Y, el medio La Nación, apuntaba lo siguiente:

«Marcelo Solano, director de la Policía Municipal de San José, afirmó que un hombre en condición de calle entró al restaurante, robó la comida de un cliente y se atrincheró en el baño del local.

Al pasar una patrulla de la Policía Municipal, fueron alertados por el personal del restaurante y los clientes asustados.

Se intervino y en ese momento, el hombre salió del baño con una cuchilla e intentó agredir a las autoridades que le pedían someterse a la investigación, a lo que se negaba.

En una reacción táctica, el policía municipal intentó dispararle al sujeto en el brazo, cerca de la mano con la que sostenía el puñal. Sin embargo, esa parte de la versión brindada por Solano está por corroborarse, pues dice que no hay heridas que comprometan la vida del sujeto, mientras que la Cruz Roja afirma que tenía impactos en el abdomen y una pierna.».

Valga decir, que muchos medios de comunicación utilizaron la palabra «tiroteo» al redactar sus titulares. Cuando en realidad se habla de un tiroteo, se habla de disparar repetidamente armas de fuego contra personas o cosas. En este caso en cuestión, no se aprecia evidencia adicional alguna que acredite haberse hecho más de un único disparo. ¡Uno nunca deja de aprender..! ¿Cierto..?

No, no fue que el agresor «intentó agredir a las autoridades» es que este agrede a los oficiales de policía en repetidas ocasiones, los ataca con letal intensión. No se necesita cortar a un policía con un arma punzo cortante, para afincar la agresión como tal; basta con el esfuerzo intencional y hasta reiterativo de querer hundir la fría y filosa hoja de acero, en la humanidad de los funcionarios municipales.

Asi lo hace ver Don Juan Carlos – un transportista UBER EATS – un testigo presencial que fue entrevistado por Central Noticias CR, una persona que es muy clara con sus apreciaciones:

«Cuando yo llegué, ya él estaba atrincherado en el baño, entonces, en ese momento llamaron a la policía, cuando llegaron los dos primeros efectivos, dos motorizados de la municipal fueron por él, le cerraron el baño, le dieron la orden ahí que saliera qué era la policía y el muchacho los atacó con un cuchillo. El muchacho atacó a la policía con un cuchillo, se les tiro encima con un cuchillo, entonces ellos hicieron el procedimiento respectivo qué hacen ellos…» .

Como hice mención en líneas anteriores, no falta quien «con la vaina vacía» hasta sin mala intención, pudiera hacer daño a la imagen policial. Demos una ojeada también a esto que sigue:

El criterio que las internautas Ingrid Castillo – por un lado –Fueron los policías que le dispararon a un indigente dentro de la mc.«), Kattia Vargas – por otro –Pobre hombre, estaba desesperado por el hambre») y, Lali Mora – por último – («COSTA RICA DESPIERTA. . HAY HAMBRE. NO SE JUSTIFICA LA ACCIÓN DESPIADADA DE LOS POLICÍAS. MÁS EMPATIA X FAVOR») ofrecen en la página digital de La Nación, hace resaltar uno de los muy delicados extremos de esa profesión, llamada Policía: El escrutinio público.

Es que, no era un «indigente«, un «desesperado» o un simple «hambriento» el que acá, indudablemente, asume conductas transgresoras a la Ley Penal costarricense; la Policía Municipal de San José (PMSJ) trata con un hombre adulto, violento, enervado y armado con un arma potencialmente letal no solo para con los servidores de la Ley, también para con las personas inocentes en donde, hombres, mujeres y niños pudieron estar literalmente «al filo de la navaja«.

El gran problema para el buen policía no radica en lo que estas – muy posiblemente, buenas y bondadosas – ciudadanas (Ingrid, Kattia y Lali) consideren como realidad; el desastre estriba en que hay acusadores y juzgadores judiciales, que pudieran pensar lo mismo. He sido testigo de esto en sede judicial. ¡Terrible por peligroso..!

Por lo que, lo de «pobrecito» habría que otorgarlo a aquellas personas que en algún momento, vieron como sus vidas y las de sus seres queridos, no valían más que una de esas cosas llamadas Big Mac.

Ahora bien, al parecer, la intervención policial de la PMSJ tiene dos episodios de intervención:

En primera instancia el agresor es abordado por dos oficiales que se defienden de los ataques con cuchillo, lease bien, con un PR-24 (un arma policial, exquisita pero, menos letal). Luego llegan otros oficiales a apoyar el esfuerzo por controlar la situación, el delincuente se atrinchera en el área de baño y, al enfrentarle – de nuevo – cara a cara, uno de los agentes consideraría oportuno y necesario – quizá alejándose de las bases de su entrenamiento básico policial – disparar su arma apuntando a la extremidad que sostiene, la que empuña el arma en ese preciso momento de difícil decisión y sobre todo, precisión.

Pero – casi siempre hay un «pero» – el sospechoso no acoge una posición y condición estática frente a los oficiales; los funcionarios estaban tratando con un ser humano uno con capacidad de atacar y matar, no una inerte silueta de papel colgada en el polígono de tiro que, como «punching ball» cualquiera le puede pegar como y cuando se quiera.

Ciertamente, el que pretende cegar vidas, hace movimientos corporales continuos no telegrafiados, desplazandose de un lado a otro en un ambiente cerrado y sobre todo, hacia los oficiales de policía con la intención de cortarlos, de producir estocadas en sus humanidades.

El que, para algunos es un «pobrecito hambriento» tal vez blofeando, empuña el arma tanto con ambas manos, como con la derecha o bien, su mano izquierda; al cambiar el arma de posición busca, persigue causar confusión y estrés a través del miedo que se podría empujar en la mente de los agentes. El tipo sabía lo que hacía, entendía lo que pretendía.

¿Y ese, el muy difícil blanco escogido por el oficial – la mano derecha, extremidad que en ese momento sostiene el arma – qué… ¿qué pasó con este, logra o no el policía impactar el arma, la mano, ambas..?

Presumiblemente, el municipal, cuando decide halar el disparador de su arma y así – de acuerdo con su proactiva mente – con alguna probabilidad, pretender impactar y discapacitar aquella, la extremidad que sostiene el cuchillo, finalmente resultó ser un objetivo de difícil acceso; es el

constante e impredecible por abrupto movimiento del asaltante que hace que, la única bala en escena impacte en la extremidad izquierda. En efecto, la que no sostiene el arma blanca.

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“Las manos y los brazos pueden ser las partes del cuerpo que se mueven más rápido. Por ejemplo, un sospechoso promedio puede mover su mano y antebrazo a lo largo de su cuerpo en un ángulo de 90 grados en 12/100 de segundo. Puede mover su mano desde la cadera hasta la altura del hombro en 18/100 de segundo.

“El oficial promedio que aprieta el gatillo lo más rápido que puede en una Glock, una de las semiautomáticas de ciclo más rápido, requiere 1/4 de segundo para  disparar cada bala.

“No hay manera de que un oficial pueda reaccionar, rastrear, disparar y golpear de manera confiable el antebrazo de un sospechoso amenazante o un arma en la mano de un sospechoso en los lapsos de tiempo involucrados.» Force Sciences Research Center

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Como bien lo aprecian, de haber existido fallo en el impacto que se requiere, produzca la bala, no era de extrañarse, es que, no era para menos…

No obstante lo anterior, a pesar de que se hiere la extremidad izquierda la que no empuña el arma, el ataque sistemático del criminal cesa debido a los efectos inmediatos de la herida; el gran esfuerzo de la Policía alcanza un éxito total con respecto a la propuesta de los objetivos trazados: se extingue la amenaza, incluso, sin el uso de la Fuerza Letal.

Y ustedes qué, amigas y amigos lectores, que piensan, que aquí se acaba todo este largometraje..? No, el tema, este tema parece ser como «una rata negra y vieja«…

Me encantaría, a esta altura, exclamar ¡Excelente trabajo PMSJ, gracias por su intervención..! Pero no, desdichadamente no puedo hacerlo y seguido, mi argumentación; una que espero despierte susceptibilidad en las cadenas de mando de nuestras instituciones policiales.

Tuve, cuando serví con el OIJ, el honor de tener a magníficos especialistas norteamericanos como maestros – Fuerzas Militares y Policiales – y, es de ahí, de esa gran y exquisita escuela desde donde aprendí para servir mejor a mi país; por tanto, guiaré mi fundamentacion sobre esa base de conocimiento, sobre lo que mi institución quería que yo conociera.

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«Este francotirador de la policía y veterano de Vietnam hizo un tiro increíble para salvar una vida»  – Military.com

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El anterior, un titular que se repetía en, no solo muchísimos medios de comunicación estadounidenses, también y sobre todo, en la Comunidad Policial Norteamericana, en donde, era la suspicacia la verdadera invitada al banquillo.

El 16 de agosto de 1993, Doug Conley, 37, se encontraba en un tenso enfrentamiento con el Departamento de Policía de Columbus, Ohio. Deprimido y empuñando un revólver calibre 38, mantuvo a raya a la policía con amenazas contra su propia vida.

Según Military «Conley estaba sentado en una silla de plástico blanca en medio de una calle residencial, blandiendo su arma y amenazando con suicidarse.».

Luego de unas dos horas de intercambio de comunicación sospechoso/policía los responsables de la escena llamaron a Mike Plumb (un tirador experto que creció disparando y cazando con su padre) un francotirador del SWAT (Equipo de Armas y Tácticas Especiales).

Narra Blake Stilwell que «Cuando Plumb llegó a la escena, Conley estaba ignorando las demandas de la policía de ver a su novia y volviéndose cada vez más irracional a medida que el calor del día lo agobiaba.

El comandante SWAT en la escena le dio a Plumb luz verde para disparar. Su objetivo no era el hombre suicida, sino el arma en su mano. Específicamente, Plumb recibió instrucciones de disparar de una manera que evitara que Conley se suicidara.»

El francotirador esperaba y analizaba cada movimiento del sospechoso. Esperó y esperó hasta que Conley se sentó en la silla de jardín de plástico, «puso su mano izquierda sobre su rodilla» y, todavía sosteniendo el arma, «dejó caer su mano derecha entre sus piernas.».

Un Steyr SSG PII (SSG 69), este es el tipo de rifle que Plumb tenía y cuyo cañón firmemente apuntaba, desde una distancia de unos 75 metros, hacia el .38 que el desequilibrado Conley, tenía en su mano derecha.

Según Stilwell, «La bala atravesó la pistola .38, rompiéndola en tres grandes pedazos. Mientras los policías abordaban a Conley, aturdido y ahora desarmado, el suicida comentó : «Ese fue un gran disparo».».

La crisis dura unas dos horas bajo el abrasador sol de agosto.The Repository, hace énfasis de que aquel día «La temperatura del aire sube hasta los 90 grados. El pavimento es como una plancha.». En otras palabras, las condiciones que rodearon aquel disparo (32.2 grados C) a 75 metros, era definitivamente complicado.

Se desconoce si Peter Tobin, el comandante SWAT que emite la orden a Plumb, valoró las consecuencias de fallo en aquel famoso disparo. Considerando las particularidades que rodeaban el incidente, fallar no era una opción.

¡Posiblemente, desastrozo..!  Que por error se promueva un cambio de condición en el sospechoso de pasiva a agresiva, definitivamente es un «mal negocio policial»; desde la muerte Conley por suicidio o por intervención policial, hasta la muerte de policías y personas inocentes. Como algunos dicen: «Se la jugaron y les salió..».

En el 2000, en Dallas, nuestro instructor, un distinguido francotirador de Florida,

Derrick Barnett, nos dice alrededor de este caso que, el mismo fue objeto de fuerte escrutinio dentro de la Comunidad Policial Norteamericana en donde, se hace denotar que, en el ámbito de las operaciones policiales, el agente debe actuar, debe proceder de acuerdo con las leyes, las políticas y procedimientos policiales y sobre todo, siguiendo las líneas de su entrenamiento.

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«En el arte de ser policía, cuando se dispara hacia una amenaza real, actual o inminente, no se debe titubear, no se debe experimentar ni mal improvisar; a esta se le debe disparar primero, tan fuerte como sea posible y las veces que sean necesarias a efecto de que, su nefasta por letal intensión sea inmediata, completa y eficientemente neutralizada». – Minor Araya Salguero

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¡Entrenamiento..! El policía actúa, en la buena teoría, siguiendo los parámetros de combate que el procedimiento normal y su capacitación le han dictado como válidos, prudentes y aceptables.

¿Policialmente, en materia de Combate Cercano, al policía se le enseña a disparar a las extremidades e incluso, al arma – de fuego, blanca, contundente – que se empuña como amenaza con intención letal..? Definitivamente No.

En palabras del que fuera tirador experto, un reconocido instructor y competidor con armas de fuego y miembro del Consejo Asesor Técnico de Ciencias de la Fuerza, Ron Avery: «disparar al centro de masa de un agresor generalmente se considera la primera opción más efectiva porque la parte superior del torso combina una concentración de áreas vitales y vasos sanguíneos importantes dentro del objetivo más grande del cuerpo.».

«Centro de masa» corporal! Recuerde el concepto, por favor.

Resulta esencial “Cuando el riesgo de fracaso es la muerte, un oficial necesita el mayor porcentaje de posibilidades de éxito que pueda obtener”, señala el abogado Bill Everett, instructor y miembro de la Junta Asesora Nacional de Ciencias de la Fuerza.

Desde su perspectiva – expuesta por El Instituto de Ciencias de la Fuerza (FSI, por

sus siglas en inglés) – el uso de la fuerza desde un punto de vista legal es una cuestión de “proporcionalidad” y hay dos formas de medirlo: lo que es necesario y lo que es razonable.

Everett hace la analogía de una casa en llamas:

«Los bomberos pueden verter lo que en ese momento parece ser la cantidad adecuada de agua para detener el fuego en lugar de no usar una gota más de agua de la necesaria, incluso en retrospectiva, para apagar el fuego». En síntesis, lo primero se ajusta al enfoque “razonable” y lo segundo obedece a la perspectiva “necesario”.

De optar por una política basada en lo «necesario«, «El costo será vacilación fatal,   confusión judicial y ganancias monetarias inesperadas para los demandantes.» – FSI.

«Vacilacion fatal»  estoy seguro que a esta altura de la lectura, usted ya tiene claro de «por donde van los tiros».

Claro debe quedar: no importa si el arma en manos del ilegal atacante es de fuego, punsocortante o un bate de baseball; son objetos que como armas, ofrecen al que las utiliza, gran capacidad de hacer daño letal.

Entonces ¿Por qué no simplemente dispararle al arma o al cuchillo de la mano del agresor? ¿Por qué no disparar simplemente para herir al sujeto?

Las fuerzas de la Ley, en el Condado de Orange, New York, son muy claras al ubicarnos en la realidad y no en la ficción:

«Hollywood ha creado otro mito, el del hombre de la ley del Viejo Oeste que dispara un arma de la mano de un agresor o le dispara al agresor en el brazo o la pierna, y así lo detiene o desarma. Como todos los mitos de Hollywood asociados con los encuentros entre policías y ciudadanos, éste no resiste el escrutinio.

Los agentes no están entrenados para disparar a matar, sino para disparar para detener al agresor, por lo que su entrenamiento les dice que apunten al “centro de masa” (el centro del área expuesta más grande del agresor) porque apuntar allí aumenta la probabilidad de acertar. y detener al agresor.».

Amiga, amigo, si usted en este momento piensa que con lo consumido «ya sacó el caso» del asaltante en McDonald’s, no se canse de leer que lo bueno, está por comenzar…

Sigue el Condado de Orange:

«Esto es fundamental, porque el oficial está reaccionando al estrés de un encuentro y tanto el oficial como el agresor pueden estar moviéndose. La probabilidad de alcanzar un objetivo pequeño que se mueve rápidamente, como un pie o una mano, es baja. Un agresor puede mover su mano a una posición de disparo más rápido de lo que un oficial puede reaccionar para apretar el gatillo.

Como resultado, un oficial no puede golpear de manera confiable el antebrazo  de un sospechoso amenazador o un arma en la mano de un sospechoso, incluso si tanto el oficial como el sujeto están estacionarios, lo que rara vez sucederá en un encuentro de este tipo.».

Y, para aquel se plantee: Es que, el sujeto sólo tenía un cuchillo. ¿Por qué el oficial no desarmó al sujeto en lugar de dispararle?

Siguiendo la apreciada por realista, clara, objetiva y fundamentada doctrina norteamericana, se responde:

En las películas, parece fácil quitarle un cuchillo a un agresor. En realidad, desarmar a esa persona es una táctica peligrosa que crea un riesgo injustificable de lesiones para el oficial y otras personas alrededor. La respuesta apropiada de un oficial a la agresión letal es usar el nivel de fuerza requerido, uno que pueda detener inmediatamente la capacidad del agresor de herirle y herir a terceros. Un arma blanca puede provocar la muerte o lesiones graves.

«Además, a una persona con un cuchillo le toma menos tiempo atacar a un oficial dentro de un radio de diez metros o más, que al oficial para reconocer la amenaza, sacar su arma y defenderse. El spray de pimienta y las porras generalmente no son una alternativa segura contra un arma blanca. Dependiendo de la situación, posición y acciones del agresor, y de la presencia de otros oficiales que lo cubran, un TASER tampoco puede ser una opción segura. En la mayoría de los casos, utilizarlos sería inapropiado y pondría en peligro a ciudadanos y funcionarios».

¿Puede un agresor con un cuchillo u otra arma mortal lastimarme a mí o a otra persona desde donde se encuentra en este momento?

La respuesta a la pregunta la leerán del especialista de la Policía de Winnipeg, Canadá, Randy LaHaie:

«No si les disparo primero, incapacitando a la amenaza en el proceso. No si estoy detrás de algo que me protege. No si cambian de opinión porque les dejo claro que les dispararé si avanzan.

Hay muchas otras armas, además de los cuchillos, que pueden causar daños corporales graves, y un buen programa de agresión espontánea que haga hincapié en la prevención, la evitación y la concientización debería ampliar el enfoque para incluir “armas de contacto” y no sólo armas blancas.» LaHaie, se refiere a la Regla de los 21 pies.

«Tueller Drills» o sea, «Ejercicios Tueller»

La revista policial Blue Line, hace una clara explicación de esta reconocida referencia en enfrentamiento.

En un artículo de 1983 para la revista SWAT, titulado «¿Qué tan cerca es demasiado cerca?» El sargento Dennis Tueller del Departamento de Policía de Salt Lake City examinó «qué tan lejos tendría que estar un agresor con un cuchillo para que un oficial pudiera responder a un ataque repentino con fuerza letal sacando y disparando su arma.».

Cronometró a los voluntarios para ver hasta dónde podían cubrir ciertas distancias, y cronometró cuánto tiempo le tomaría a un oficial promedio sacar y disparar desde la funda.

«La distancia en la que se centró fue de siete yardas (21 pies), y en cómo un agresor armado podría cubrir esa distancia en 1,5 segundos; No hay tiempo suficiente para que el oficial promedio saque un arma de fuego enfundada y dispare dos tiros precisos al centro de la masa.»

En su serie de pruebas informales, Tueller ilustró cómo la zona de peligro de un arma blanca puede estar más lejos de lo que muchos oficiales creen. Continuó escribiendo: «sería seguro decir entonces que un atacante armado a 21 pies está dentro de su zona de peligro».

Para mí, la Regla de Tueller, es eso, una referencia muy importante, una que hace que el policía en la calle reflexione con respecto a las posibles consecuencias de un enfrentamiento contra amenazas representadas por armas blancas y contundentes.

En Houston, hace 24 años, aprendí del maestro Tony Blauer que, un cuchillo en poder de un peligroso y habilidoso sospechoso, puede ser altamente letal incluso, para operadores tácticos bien entrenados, en el tanto y cuanto, el agresor sea el dueño absoluto de la Acción y, consecuentemente, el especializado policía de la Reacción, porque la Acción es más rápida que la Reacción.

Conclusiones.

  1. Al titubear, al querer improvisar al margen de lo que marca la política institucional y los PON’s autorizados, el agente puede incurrir en grave yerro al regalar la iniciativa de la acción al criminal. ¡Recuerde, el golpe que tira a la lona hasta al mejor boxeador, es aquel que no ve venir..!

Un policía debidamente entrenado tiene claro que, no debe permitir que el ilegal agresor se apodere de la Acción, es decir, de la iniciativa de ventaja en el combate. Actuar hasta poder observar de frente el cañón del arma en poder del oponente, puede ser el último de sus errores.

  1. Enfrentar a un sujeto armado con un

arma punsocortante, con una contundente (PR-24, por ejemplo), podría ser desproporcionado por desventajoso para el agente. La punsocortante no es un arma menos letal; no obstante, la contundente si lo es. La Policía debe tratar de tener, de hacerse de una Superioridad de Equipamiento.

  1. Los agentes deben estar bien dirigidos y supervisados, bien entrenados, bien equipados, y sobre todo, bien motivados. Lo anterior, definitivamente es crucial a efecto de supervivencia en primera instancia y del alcance de los objetivos previamente trazados por la gerencia policial.
  2. Los agentes bien entrenados no utilizan su arma de reglamento para matar; lo hacen para neutralizar total y eficientemente una amenaza, una que es real no ficticia, una que puede ser actual o bien, se percibe como inminente. Si se falla en el intento, las consecuencias pueden ser terriblemente inconvenientes para el oficial y, la institución bajo la cual sirve.
  3. Definitivamente, el oficial de policía se aplica sobre el terreno con base en aquellos parámetros que le marca la ley vigente, la política institucional, los procedimientos policiales y sobre todo, su conocimiento adquirido en la academia porque es en el proceso de educación en donde, se define el adoctrinamiento para enfrentar los diferentes cursos de acción en las calles tanto como en las tareas de oficina.
  4. No confundir Hollywood con la vida real policial; es un grave error. Cuando se dispara con arma de fuego a la amenaza, es porque esta no ofrece otra opción más que el uso de la fuerza letal para evitar y contrarrestar sus nefastos efectos hacia los agentes y personas inocentes.

Bajo la anterior premisa, prioritariamente se dispara tal cual se entrena, enfocado al centro de masa corporal y según lo demande la condición, situación y posible alcance de la amenaza, al sistema nervioso central. Sí, bajo entrenamiento militar (U.S Rangers), se trabaja el sistema de movimiento esquelético, pero esto, esto amigas y amigos míos, es harina de otro costal y, no quiero enrollarme más con otro tema paralelo.

Hacer otra cosa – apartarse del enfoque correcto que dicta el entrenamiento – podría facilitar hacer un Disparo de Vacilacion, de Incertidumbre si se considera el alto nivel de estrés y dificultad que es propio de ambientes en rápido deterioro.

Aspectos como los abruptos cambios fisiológicos que experimenta el cuerpo humano como la visión de túnel, por ejemplo, no dan objetivamente margen para pensar en salvar al que clara intensión homicida tiene, colocando bajo riesgo innecesario la vida propia, la de sus compañeros policías y de personas inocentes. No lo haga y defienda su posición en Tribunales qué aquí estamos dando las armas teóricas necesarias, sí, me dirijo a usted, Jefe de Policía, como máximo responsable del buen desempeño del personal bajo su cargo.

Bien, como no tendrán la más mínima duda, el camino hasta aquí ha sido largo pero espero que no confuso o enredado.

Este contenido en gran parte contesta al porqué considero la Policía, como un arte y es que, como humanos todos fallamos pero, si el policía falla en un momento crítico, por Dios, aquello puede ser un completo desastre. De ahí «lo especial de ser policía».

  1. Por supuesto, casi lo olvido ¿Existió o no, un Disparo Policial Titubeante, de Vacilacion aquel 4 de mayo en Paseo Colón..? Yo no estuve ahí en el momento en el que transcurre el hecho. Ya mencioné el origen de mis fuentes; no obstante, la correa no da para concluir en afirmación y sí en abultada sospecha.

¿Entonces..? – se preguntarán algunos quisquillosos…

Corresponde a quien en realidad corresponde este trabajo de identificación, de profundo análisis y comparación de indicios qué puedan descartar o bien, acreditar la compleja y delicada conducta policial como tal, como existente en el marco de resolución de la crisis en cuestión; es decir, a nuestra Policía Judicial.

Y es que, con todo respeto y consideración, ya tiene nuestra Policía Científica – en el caso de que no la tuviera, por supuesto – la base teórica y básica en esta materia, una desde la cuál comparar, investigar, procesar y sobre todo aprovechar en la producción de políticas, procedimientos y capacitación que beneficie a toda nuestra Comunidad Policial.

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Finalmente, con alta convicción y esperanza, espero que lo acá tratado coadyuve con robustecer la mentalidad del agente y con esto, su desempeño en el campo. Porque lo merecen, porque ustedes como agentes del orden y ley, a diario ven a los ojos al violento y peligroso criminal en su ambiente natural, la calle, y con valor encomiable lo enfrentan arriesgando todo por cumplir con su sagrado deber de proteger y servir a sus compatriotas, a su pueblo.

Un artículo de opinión dedicado a toda mi familia, a mi querida Rocío y a nuestros hijos, Minor, Nadia Mariana, Paul y Maria Victoria. Una familia que en el tiempo, ha reído y llorado las particularidades que se asumen y experimentan en el tiempo como agente, en el siempre respetado Organismo de Investigación Judicial.

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