Redacción: Tras confirmarse la primera muerta humana por gripe aviar en México es importante mantenerse informado y conocer la señales de la enfermedad.
La gripe aviar es una enfermedad respiratoria causada por un tipo del virus de la influenza que casi nunca infecta a los humanos.
La mayoría de las personas que presentan síntomas de gripe aviar habían estado en contacto cercano con aves enfermas. En unos pocos casos, se contagia entre personas.
Las autoridades de salud pública temen que pueda ocurrir un brote mundial si un virus de la gripe aviar muta a una forma que se transmita con mayor facilidad entre personas. Los investigadores están trabajando en vacunas para proteger a las personas de la gripe aviar.
Los síntomas de la gripe aviar pueden comenzar en un plazo de dos a siete días desde la infección, según el tipo. En la mayoría de los casos, los síntomas se asemejan a los de la influenza convencional, como los siguientes:
Tos
Fiebre
Dolor de garganta
Dolores musculares
Dolor de cabeza
Falta de aire
Algunas personas también tienen náuseas, vómitos o diarrea. Además, en algunos casos, una infección leve en el ojo (conjuntivitis) es el único indicio de la enfermedad.
Se debe acudir al al médico de inmediato si se tiene fiebre, tos y dolor corporal, además, si se viajó recientemente a alguna parte del mundo donde hay casos de gripe aviar, así como alguna granja o mercado al aire libre.
La gripe aviar ocurre naturalmente en aves acuáticas salvajes y se puede esparcir en aves domésticas como gallinas, pavos, patos y gansos. La transmisión de la enfermedad es mediante el contacto con excrementos de aves infectadas o secreciones de su nariz, boca u ojos.
Los mercados al aire libre, donde se venden huevos y aves en condiciones insalubres o de hacinamiento, son caldos de cultivo de infección y puede propagar la enfermedad a una comunidad más amplia.
¿Qué podría ocasionar el virus?
La carne o huevos mal cocidos de aves infectadas pueden transmitir la gripe aviar. La carne de ave es segura para comer si se cocina bien a una temperatura interna de 165 °F (74 °C). Los huevos se deben cocinar hasta que las yemas y las claras estén firmes.