Redacción – Paola Amador Segura, única sobreviviente del trágico accidente aéreo ocurrido el lunes en las montañas de Escazú, reveló que escuchó las voces de otros ocupantes de la avioneta tras el impacto, pero estas se apagaron con el paso de las horas.
El fatídico accidente involucró una avioneta Cessna 206 que cayó en una zona de difícil acceso, desatando una operación de rescate de casi 20 horas.
Teresita Segura, madre de Paola, narró entre lágrimas el angustiante día del accidente. En una entrevista con Telenoticias, recordó los últimos momentos antes de la partida de su hija hacia Tortuguero.
“Esto es una pesadilla”: el testimonio de Paola
Paola abordó la avioneta cerca del mediodía para un vuelo de 30 minutos hacia San José. Debido al mal tiempo y al cierre del aeropuerto de Pavas, la ruta fue desviada hacia el aeropuerto Juan Santamaría, pero la aeronave nunca llegó a su destino.
Según el relato de Paola, el cansancio la venció y se durmió durante el trayecto. Al despertar, se encontró en medio de la devastación del accidente.
“Pensó que era una pesadilla”, explicó su madre. Entre la confusión, Paola comenzó a gritar. Escuchó voces, entre ellas la de la copilota, Ruth Mora, quien intentó tranquilizarla. Sin embargo, la llegada de la noche trajo un silencio desgarrador: las voces de sus compañeros se apagaron para siempre.
Horas de angustia en medio del frío y la niebla
La joven permaneció inmóvil durante más de ocho horas, atrapada entre los restos de la avioneta. Sus gritos de auxilio parecían perderse en la montaña hasta que finalmente fueron escuchados por los rescatistas. Estos lograron estabilizarla y emprender un agotador recorrido por caminos embarrados para trasladarla a una zona segura.
El rescate concluyó la mañana del martes, cuando Paola fue llevada al Hospital San Juan de Dios. A pesar de las contusiones, escoriaciones y traumas sufridos, su vida no corría peligro. Los médicos calificaron su supervivencia como un milagro.
Una vida que sigue gracias al esfuerzo humano y la fe
El caso de Paola Amador destaca no solo por su fortaleza, sino también por la ardua labor de socorristas, baquianos y bomberos que enfrentaron condiciones extremas para salvarla. Para su madre, su recuperación es un testimonio de intervención divina y de la resiliencia de su hija, quien logró aferrarse a la vida en medio de una tragedia.