Por Álvaro Sánchez

Periodista


Transcurría el 2013 y el goleador limonense Reyner Robinson luego de estar alejado de las canchas regresó al fútbol con el equipo de la tercera división de LINAFA, Cahuita.

Robinson surgió como uno de los mimados del equipo, uno de los que tenía mejor salario, pero además le pagan a 100 mil colones el gol.

Para ese momento, el presidente del equipo era Edwin López Vega un exitoso empresario sumamente conocido en la zona como “Pecho de rata”. López jugó con ese mismo equipo entre el 2002 y el 2003, pero diez años después se convirtió en el principal patrocinador.

Cuentan los allegados al equipo que Cahuita en el 2013 tenía mejores instalaciones que el propio Limón F.C. de la Primera División. López, habría pagado casi 17 millones de colones por la iluminación del estadio y contrató a algunos de los mejores jugadores de la zona para la temporada de setiembre del 2013 a mayo del 2014, varios de ellos hoy juegan con Limón.

Durante la administración de “Pecho de rata” en el equipo de Cahuita fue detenido, el 22 de enero del 2014, con 364 kilos de cocaína ocultos en varios vehículos. Varios días después de su detención un Juez de Limón de apellido Cano dejó libre al prominente empresario tras pagar una fianza de 25 millones de colones.

El 4 de diciembre de ese mismo año López se presentó al juicio y fue condenado a 17 años de cárcel que hasta la fecha cumple. Meses antes de ese juicio el equipo de Cahuita cayó en desgracia, ya no se pagaban los goles a 100 mil colones.

Precisamente, en julio del 2014 el futbolista de Cahuita Reyner Robinson fue reportado como desaparecido tras, según sus amigos y familiares, salir a pescar. Apareció días después en Panamá.

También en 2014, en junio, Keylor Jacob Cole Kelly alias “Gato Cole” sentenciado por tentativas de homicidio y sospechoso de tráfico internacional de drogas y legitimación de capitales se paseó como si nada en el avión oficial de la Sele y se tomó fotos con todos los jugadores. Hasta este momento la Federación de Fútbol no ha aclarado si era invitado.

Esta fotografía publicada por el medio AM Prensa así lo deja ver.

Viaje de la tricolor de Brasil a Costa Rica en el 2014.

Estos hechos son una muestra del impacto que tiene ya desde hace varios años el narcotráfico y el lavado de dinero en el fútbol de nuestro país, pero muchos se tapan los ojos y tan sólo ven hechos aislados.

La detención del futbolista Reyner Robinson como sospechoso de tráfico de drogas, la semana anterior, es nada en comparación con las inversiones que se pueden estar dando en nuestro fútbol, por qué no, en otras disciplinas.

Lo de Robinson, lo de Román Arrieta y lo de los jugadores de Grecia puede ser parte de la necesidad de dinero pero también de la facilidad para obtenerlo. No hay justificación aunque será un Tribunal de Juicio el que decida si son culpables, hoy todos cumplen prisión preventiva.

A muchos aficionados les da miedo hablar del deporte rey y la penetración del narcotráfico y los capitales sospechosos, situaciones similares ocurren en Colombia y en México. ¿Nadie se pregunta cómo es que en el fútbol de Guatemala pagan mucho mejor que en Costa Rica, con canchas y un rendimiento que da pena?

El fútbol es una empresa que favorece el lavado de dinero y así lo ha dicho el propio director del Instituto Costarricense sobre Drogas, Guillermo Araya.

El caso de los empresarios, también prominentes, David Patey y Michael Brannon Hutson es muestra de que las sospechas incluso vienen de la Fiscalía. Ambos son investigados por narcotráfico y legitimación de capitales desde el 2015. Mucho dinero ha corrido ya por el Club Sport Herediano y muchas otras actividades económicas y será la Fiscalía la que determine su hay delitos.

Como dato llamativo Brannon también quiso viajar en el avión oficial de la Federación al mundial de Rusia. Tras los hechos ya conocidos decidieron retirarlo de la lista de invitados.

Este es un tema que hay que analizar por más que les duela a los fanáticos, aquí hablamos de la posible comisión de delitos no de goles a favor o en contra. Salarios inflados, contrataciones millonarios, posibles fraudes a la Caja, mucho se ha dicho y debe ser investigado por más que le reviente el hígado a los fanáticos.

Pero en la primera división hay otros casos sospechosos. La millonaria y rápida inversión de un grupo mexicanos en el Santos de Guápiles, un día sin decir nada se fueron y no les importó perder más de un millón de dólares. En Cartago, un empresario invirtió más de 400 millones de colones en la cancha y las instalaciones en media crisis cuando no había ni con qué pagarle a los jugadores.

Una persona cercana al fútbol me confió que tras la crisis en Limón con la detención de Carlos Pascal, varios meses sin salario y llegando el fin de año, se apareció un empresario colombiano quien “regaló” parte del dinero en efectivo a los jugadores.

La Federación Costarricense de Fútbol firmó un acuerdo con el ICD, ente rector contra el lavado de dinero, para crear normas que impidan la penetración de capitales sospechosos en el fútbol. ¿Qué ha pasado? ¿A quién le han pedido cuentas? Es humo, a la FEDEFÚTBOL tampoco le interesa luchas contra la legitimación de capitales, al final, lo único que interesa es hundir a los contrarios para salir reelegidos.

Ojalá que la Fiscalía ponga el dedo en la llaga y al menos se investigue a fondo aunque les moleste a los fanáticos, a los anunciantes y a los jugadores muchos de los cuales aceptan pagos en efectivo cada mes.

Los capitales dudosos no buscan empresas o equipos económicamente estables, prefieren la crisis y la escasez para invertir.

Hoy todos están pensando en Rusia, nadie quiere “comerse broncas” con el deporte rey. El asunto es que los delitos que se investigan son graves.

Igualmente, hago un respetuoso llamado para que cuando los jugadores y cuerpo técnico se repartan el premio del mundial de Rusia paguen los impuestos que por ley les corresponde y la FEDEFÚTBOL también sea garante de ello.

Nota: el auto es periodista, por tanto, crítico y siempre malpensado. Deje el fanatismo de lado y analice.

Son hechos no escribo para quedarle bien a nadie.