Redacción-Técnicos de atención primaria visitan casa por casa los vecinos de San Carlos para darles a conocer sobre los beneficios de las vacunas y los motivan a la inmunización.

Esas comunidades están conformadas por población dispersa, dedicada a la agricultura, con dificultades para la movilización hasta los establecimientos de salud donde está el puesto de vacunación y donde la desinformación ha creado una respuesta tardía al llamado a inmunizarse de las autoridades.

Los equipos de salud en San Carlos (la región Huetar Norte) se organizaron fuerte desde lo tradicional, con vacunatorios en los centros de salud donde fluyen muy bien separados los sanos de los enfermos, con ampliación de horarios especiales y también con ideas novedosas, como el “autovac”, en el cual la persona puede vacunarse sin bajarse del auto.

Sin embargo, las autoridades quieren avanzar en el ritmo de vacunación sobre las comunidades porque se sabe que el ritmo de contagio es alto.

Según el director regional Randall Chavarría Flores se han realizado 40 barridos semanales, como lo llaman los ataps, lo cual significa tomar una zona y recorrerlo de principio a fin, ofreciendo en cada casa la vacuna y explicando, si fuera necesario, las ventajas y seguridad de la vacuna.

En total, en las últimas semanas se han aplicado 16 mil dosis en esta modalidad, un avance significativo en la meta de inmunización de grupo en la zona, sobre todo en momentos de alta transmisión del virus.

La técnica de barrido, para hacerla más rápida, separa al grupo en dos, cada uno en un extremo de la comunidad unida por una calle lastreada, y avanzan hasta encontrarse. Esto permite avanzar en mejores condiciones de clima por la mañana y acabar las vacunas en el tiempo justo antes de regresar a base. 

Son tan distantes unas casas de otras que es posible que en una hora visiten cinco y pongan menos de diez dosis, pero el esfuerzo da sus frutos, porque donde los números antes mostraban cero vacunas ahora van subiendo y se sabe que cada vacuna puesta alienta a otros del pueblo a ponérsela.

Los ataps salen del ebáis en cuadriciclos con la hielera cargadas de vacunas al frente. Tienen seis horas para ponerlas todas sin desperdiciar ni una.

Pasan a toda marcha por el tejido de la ciudad y se enrumban hacia la zona del barrido. Después de calle asfalta llegan a la de lastre y siguen metiéndose en las entrañas de comunidad, en las fincas donde los vecinos trabajan y tienen su vivienda.