Para nadie es un secreto que el país se nos escapa de las manos en materia de seguridad. Cada día, el crimen organizado se apodera de más comunidades, de más jóvenes, de nuestro futuro… Sin embargo, frenar a la delincuencia no solo es trabajo de la policía.
Hoy, Costa Rica necesita de todos para vencer a ese monstruo de mil cabezas que, con dinero y muerte, compra conciencias en todos los ámbitos de la sociedad.
Durante décadas, el narcotráfico se ha combatido de la misma manera sin lograr frenar su crecimiento. Es un emporio que, sin temor a equivocarnos, podemos decir que se trata del negocio más rentable de todo el mundo.
¿Cuántas balas se han disparado en esa lucha contra el narco? ¿Cuántos policías han muerto? ¿Cuántos allanamientos se han realizado? Es imposible cuantificar esas respuestas, pero sabemos que son miles las vidas las perdidas en esta lucha desigual.
El reto es enorme. La guerra no está perdida. Aún quedan muchas cosas por hacer y, sobretodo, cambios por realizar. Uno de esos cambios que se requieren se centra en la prevención.
Entre más recursos se destinen a la prevención del narcotráfico, menos consumidores existirán. Para ello, la educación es fundamental, la creación de espacios para el esparcimiento y el deporte, el trabajo, la cultura y la consolidación de principios y valores.
Para algunos, esos temas no son relevantes y centran los esfuerzos en los cuerpos policiales; no obstante, el campo de batalla es muy amplio, complejo y diverso.
También se requiere de mejores leyes que les den a las autoridades más herramientas para ese combate. Actualmente, la leyes costarricenses favorecen a los criminales, quienes han visto en Costa Rica un paraíso para operar, ocultar fortunas y hacer crecer sus ilícitos negocios.
¡Basta ya de seguir luchando de la misma forma! Que el nuevo año genere conciencia y nuevas decisiones.