Redacción- Un inesperado hallazgo científico ha cautivado a la comunidad de investigadores tras el desprendimiento de un gigantesco iceberg frente a la costa de la Antártida el 13 de enero.
Este iceberg, de aproximadamente 30 kilómetros de largo, dejó al descubierto una franja de océano que no había visto la luz del día en décadas, proporcionando una oportunidad única para explorar un ecosistema marino nunca antes observado.
El equipo de investigación a bordo del barco Falkor decidió explorar el fondo marino bajo el océano recién expuesto. Aunque las expectativas no eran altas, ya que se pensaba que la vida no podría prosperar bajo una capa de hielo tan espesa, los resultados fueron sorprendentes.
“Es el tipo de evento que, cuando sucede, dejas todo lo que estás haciendo”, comentó Patricia Esquete, científica jefe de la expedición, quien lideró el equipo en esta extraordinaria misión. A medida que exploraban, los investigadores encontraron una increíble diversidad de vida marina, incluidas arañas marinas gigantes, pulpos, peces de hielo, corales y esponjas, entre ellas una esponja con forma de jarrón que podría tener cientos de años. En total, se espera que se identifiquen decenas de nuevas especies como resultado de esta expedición.
“Realmente nos sorprendió y asombró la diversidad y riqueza de los ecosistemas que encontramos allí abajo”, expresó Esquete, investigadora de la Universidad de Aveiro en Portugal.
El hallazgo no solo resalta la capacidad de la vida para adaptarse a ambientes extremos, sino que también ofrece una base crucial para comprender cómo los ecosistemas marinos profundos podrían cambiar en un planeta que experimenta el calentamiento global. Según Jyotika Virmani, directora del Schmidt Ocean Institute, la organización que facilitó la investigación, los científicos estuvieron «en el lugar y en el momento adecuado para ver un ecosistema que nunca se había explorado».
Durante el mes que duró la expedición, el equipo utilizó un vehículo submarino remoto para capturar imágenes y videos del fondo marino y recolectar muestras de las zonas más profundas de la costa antártica. La expedición también exploró áreas remotas del mar de Bellingshausen, donde se espera identificar especies como crustáceos, caracoles marinos, gusanos y peces.
Aunque el análisis completo de las muestras llevará varios meses, Esquete destacó que la verdadera investigación comienza ahora, con la confirmación de nuevas especies en laboratorio. Este descubrimiento podría arrojar luz sobre los misterios del ecosistema antártico y su adaptación a un entorno tan extremo.
Uno de los mayores enigmas que plantea este descubrimiento es cómo es posible que tanta vida prospere bajo una capa tan gruesa de hielo. Mientras que en otras partes del océano los organismos fotosintéticos proporcionan nutrientes a los ecosistemas marinos, en la Antártida, donde la luz solar no llega, la vida parece depender de corrientes oceánicas, agua de deshielo glaciar u otros factores aún no comprendidos.
Este descubrimiento ha abierto una nueva área de investigación científica activa, y Esquete espera regresar para estudiar cómo cambiará la vida bajo estas áreas recientemente descubiertas a medida que las temperaturas globales aumentan y los icebergs continúan desprendiéndose de la Antártida.
La plataforma de hielo George VI, de la cual se desprendió el iceberg, ha experimentado un derretimiento acelerado en los últimos años, lo que plantea aún más interrogantes sobre el futuro de estos ecosistemas ocultos bajo el hielo.
COMPARTE ESTA NOTICIA:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Telegram (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para imprimir (Se abre en una ventana nueva)