Redacción / Agencias – En la ciudad siria de Jan Sheijun, víctima de un «ataque químico» letal, los habitantes bendicen a Donald Trump y esperan que los bombardeos estadounidenses sirvan de lección al enemigo, el presidente Bashar al Asad. Para ellos es un «consuelo».
«¡Que Dios bendiga a Trump!», exclama a un periodista de la AFP Abu Ali, un habitante de esta localidad donde 86 personas, entre ellas 30 niños, murieron en el presunto ataque químico del martes.
Les cuesta hablar. Hay poca gente en las calles. Muchos están en casas dando el pésame a familiares y amigos de las víctimas.
«Todavía estamos conmocionados», afirma con tristeza un habitante, que piensa en los niños que sufren convulsiones y en los encontrados muertos en sus casas o en la calle.
Pero Abu Ali está satisfecho con el primer ataque estadounidense contra el régimen de Damasco desde el comienzo de la guerra en Siria. Los bombardeos apuntaron a una base militar de donde despegaron, según los estadounidenses, el avión que largó sustancias químicas sobre Jan Sheijun.
«Es una advertencia clara a Bashar al Asad: ¡basta de asesinatos y de injusticia!», afirma este cuadragenario, que espera que Asad, Irán y Rusia lo interpreten como «una señal» sobre el «cambio en el equilibrio de fuerzas».