Redacción-Estadísticas de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), reflejan que más de cien millones de medicamentos son despachados anualmente en el país,  79 millones en el Seguro Social y el resto en centros privados. De esos, aproximadamente un millón son estupefacientes y psicotrópicos controlados, y a estos tienen acceso todos, incluidos los adolescentes.

Según la última Encuesta Nacional del IAFA, realizada en el 2010, el 2% de las mujeres entre 12 y 14 años ha tomado o toma depresores que son tranquilizantes para los estados de angustia o estrés.

En el caso de los hombres con esa misma edad, la preferencia está en los estimulantes, dos de cada cien toma o los ha tomado y no necesariamente para combatir un déficit atencional con hiperactividad, sino para lograr una mayor concentración o sentir un estado de consciencia alterado.

En la edad de 15 a 19 años, tanto para hombres como para mujeres, aparecen en escena los opiáceos, que son aquellos medicamentos controlados  para el dolor como la codeína y la morfina.

“El hecho de que los jóvenes tengan tanto acceso a los medicamentos aún controlados, evidencia que los obtienen sin prescripción, consiguen fácilmente esas prescripciones o están en la casa porque los recetaron a un familiar” dijo Gustavo Sáenz, decano de Farmacia de UCIMED.

Pero en el caso de los adolescentes, hasta con los medicamentos de libre venta hay problema, sería normal que los tomen  si sufrieron  un golpe, por un tratamiento dental, dolores de menstruación, un resfrío o una infección; siempre y cuando lo hicieran de forma responsable, respetando las dosis, y no haciendo mezclas con licor u otras sustancias.

Las estadísticas del Centro Nacional de Intoxicaciones del Hospital de Niños indican que en el 2015, hubo 377 intoxicaciones con acetaminofén y 329 casos de intoxicación con clonazepan, un fármaco que actúa sobre el sistema nervioso central y se usa para el tratamiento de trastornos de ansiedad, sonambulismo, crisis convulsivas o como estabilizador del estado de ánimo, pues causa el olvido temporal de episodios vividos.

Según Sáenz, los jóvenes buscan medicamentos porque les producen emociones fuertes, tienen baja autoestima o huyen de problemas como bullying, violencia en el hogar o bajas calificaciones. Al ser lícitos, no sienten cargo de conciencia pues sus familiares pueden no verlo como incorrecto, además tienen más fácil acceso a ellos, y no hay rastreo por olor, que los pueda delatar, como sí ocurre con la marihuana.

Pero lo que ellos desconocen es el verdadero peligro existente, y es la adicción que pueden generar así como el riesgo hasta de muerte cuando los mezclan por ejemplo con licor.#AMPrensa