Rocío Solís Gamboa

Presidenta Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO


Las investigaciones y el análisis de los expertos, nos dan una serie de razones por las que los niños y adolescentes se van de su casa. En primer lugar lo hacen tratando de evadir un problema que se presenta en su hogar y buscando  el apoyo afuera.

Otro motivo se da cuando el menor  tiene miedo, no se siente bien en el seno familiar, no se siente querido,  está sometido al abuso; y finalmente, se puede citar  la  rebeldía no manejada en el hogar de una manera apropiada.

Los expertos concuerdan en que cuando el chico o la chica no encuentra respuestas o soluciones a los problemas, viene a su mente la idea de huir y lo hace. Es importante señalar que hace muchos años una fuga del hogar terminaba en la casa de un familiar.  Hoy es un peligro por todos los flagelos que se encuentran en la calle, como la droga, la explotación sexual comercial, el alcohol, la delincuencia  y todo esto agravado por el uso de las redes sociales, ya que cualquier menor  puede ser engañado por un adulto y sometido a su voluntad.

Debemos recalcar y dejar bien claro que el abandono que hacen los jóvenes del hogar tiene un trasfondo de situaciones familiares conflictivas y dolorosas. Cuando vemos la mayoría de las denuncias sobre las fugas del hogar, encontramos que los jóvenes que se van tienen entre los 12 y los 17 años y este es un problema que se da en las distintas esferas sociales.

Es importante desmitificar y quitar etiquetas, no es cierto que en todos los casos, cuando un chico huye de su hogar es por “rebeldía” adolescente, como en muchos medios de comunicación  hacen ver, y como algunos padres también sostienen. Como vimos líneas arriba, es una de las causas, pero no la única.  Debemos de ser claros en que si los jóvenes se fugan, no es porque quieren sino porque sufren, y ese sufrimiento está ocasionado directa o indirectamente por el círculo familiar.

¿Qué pueden hacer los familiares para evitar esto?  Deben tener  contacto con sus sentimientos y sus necesidades, establecer canales claros de comunicación, por ejemplo, buscar espacios para estar solos con ellos y escucharlos, cuando van a la cama ir a desearles buenas noches, preguntar cómo se sienten, cómo les fue en la escuela o en el colegio, qué cosas pasan alrededor de ellos.   Es dar espacios para escucharlos y esto requiere de paciencia en los padres y madres, hay que estar alerta ante los cambios de conducta de sus hijos e hijas.

La labor que hagamos es básica para evitar estas situaciones que ponen en riesgo a los hijos y la estabilidad del hogar.