Redacción- La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) muestra su solidaridad este mes con las personas que luchan contra el cáncer de mama, el color rosa ilumina la fachada norte del edificio Laureano Echandi, donde se ubican las oficinas centrales de la CCSS.

El mensaje de color es posible por medio de los 29 bañadores de tecnología led instalados en la sección norte de esta edificación, los cuales permiten iluminar nueve pisos de las oficinas centrales de la Institución.

La CCSS llama a la solidaridad con pacientes de cáncer de mama vistiéndose de rosa durante este mes.

La Caja Costarricense de Seguro Social atiende 1 200 mujeres y 5 hombres cada año por cáncer de mama, enfermedad potencialmente mortal, pero que puede superarse sobre todo, si es detectada en etapas tempranas.

Los servicios de salud saben que este viaje es tanto físico, como emocional y espiritual, por eso el hecho de vestir el edificio de rosa es visto como un mensaje para decirle a las mujeres que la Institución las acompaña en su lucha, especialmente en rescatar la visión de futuro, pues la actitud positiva es importante para mejorar la condición de ánimo para enfrentar las secuelas del tratamiento, creer que la enfermedad puede superarse y que es retomar la vida tras la enfermedad.

El doctor Mario Urcuyo aseguró que la red de apoyo es importante para complementar el tratamiento clínico: las tareas que tiene la mujer con cáncer deben redistribuirse en las familias y amistades para que ella pueda soportar con mayor actitud positiva la agresividad del tratamiento.

El médico dice que los cambios emocionales de las pacientes deben ser reconocidos, respetados y respaldados por las personas de su entorno social, con los que mantienen vínculos emocionales más intensos, y de quienes el enfermo puede obtener mayores y mejores recursos de sostén frente a la enfermedad.

En ese aspecto, la literatura de salud habla de muchos espacios sociales donde la compañía puede ser una muestra de solidaridad: unas pacientes se sienten mejor cuando alguien las acompañe a hacer actividad física porque lo necesitan para mejorar su condición de salud, o buscan que las acompañen en sus prácticas religiosas, o simplemente que estén haciéndoles compañía.

Eso implica también un aprendizaje para las familias y amigos, pues cada persona es única y requiere un acompañamiento diferente. Por ejemplo, para el manejo de posibles crisis depresivas, ansiosas o de llanto es importante saber quedarse a su lado, escucharle todo lo que diga sin interrumpir, evitar que otros interrumpan el llanto;  en fin, ser silencioso, pero apoyar con contacto físico.

Y  los grupos de gestión de las familias, dicen que se considera menos oportuno intentar que el enfermo no siga llorando, intentar animarle trivialmente, cambiar de tema, dejarla sola, llamar a otros para que se ocupen del problema, minimizar su pena, culpabilizarla apelando a su deber de entereza o sobre la idea de que hace sufrir a otro, entre otras acciones que generan presión en vez de desahogo.