Redacción – Con el paso del tiempo los cuidados personales del hombre han ido avanzando con el propósito de lucir bien y a la moda.

Los cánones estéticos son normas totalmente culturales, de ahí que cada comunidad, época y lugar tengan los suyos propios.

Los usos y costumbres no escritos que la mayoría de la sociedad acepta y que se transmiten de padres a hijos, perpetuándose así en el tiempo. Por ejemplo, los nobles del Antiguo Egipto se pintaban las uñas de color negro para demostrar su estatus social, mientras que los tonos claros estaban reservados para las clases más bajas.

En la Antigua Roma, hombres y mujeres se depilaban y maquillaban por igual. Y en la corte de Luis XIV, los aristócratas gustaban de lucir pelucas de rizos exagerados, tacones, lunares de quita y pon y se aclaraban el cutis con polvos de arroz para diferenciarse del moreno típico de los campesinos. Parece ser que el Rey Sol no bronceaba a todos por igual.

Por lo tanto, hace unas décadas, estaba  mal visto que un hombre mostrará interés por la cosmética y por eso no es de extrañar que se escandalicen cada vez que los  ven con un contorno de ojos o una crema solar en la mano.

Aquí le traemos seis sólidos argumentos para que se echen las manos a la cabeza.

1. La limpieza facial

Es importante utilizar un gel limpiador suave todos los días y un exfoliante de grano fino una vez a la semana.
2. La depilación

Las actuales estrellas del rock, esto es, los futbolistas, han democratizado la depilación corporal y ahora no es raro ver masculinos torsos y piernas libres de vello.

3. El diseño de cejas

Antes, el hombre crecía y moría sin saber lo que eran unas pinzas.

Si nacía con un poblado entrecejo a lo Frida Kahlo, lo lucía con orgullo toda su vida. Ahora, en cambio, si no está a gusto con lo que le ha tocado en el reparto, acude a un salón de estética para que le diseñen una nueva mirada.

4. La manicura

Cuando nuestros abuelos acudían a la barbería a retocarse el bigote y se hacían también las uñas.

Y durante un breve periodo de los años 80, los yuppies convirtieron la manicura en un símbolo de estatus social.

Pero para la generación anterior, limarse las uñas o aplicarse una base de tratamiento para hidratarlas y nutrirlas era algo impensable.

Por fortuna, los salones de manicura empiezan a incorporar a sus cartas de servicios protocolos para hombres.

5. El tinte capilar
Las mechas y las decoloraciones eran propias, y exclusivas, de la gente del espectáculo. Si no era un artista, teñirse un mechón de rubio podía significar la rotura de las relaciones paternofilia.

Menos mal que en la actualidad la cordura capilar se ha impuesto y cada cual puede hacer con su melena lo que le dé la real gana.

6. El blanqueamiento dental
Del mondadientes al peróxido de carbamida, que así se llama el agente blanqueador activo más utilizado en este tipo de tratamientos.

Cada vez somos más conscientes de la importancia de una correcta higiene bucal y nos gusta lucir una sonrisa limpia y brillante.