Redacción- Sobre el espejo de agua que da vida al humedal del Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto Caño Negro se extiende un sendero suspendido sobre pilotes, su objetivo: brindar a los visitantes una plataforma natural única para el avistamiento de aves.
Su diseño fue planteado por ornitólogos que entendían con claridad los intereses del tipo de turista que visita esta área natural.
Este tipo de infraestructura, pensada para fomentar el enlace entre la conservación, el turismo y el desarrollo local, no hubiera sido posible sin el Proyecto Fortalecimiento del Programa de Turismo Sostenible en Áreas Silvestres Protegidas, conocido también como BID Turismo, del cual se beneficiaron otras diez áreas protegidas.
El día 05 de octubre se realizó el evento de cierre del proyecto.
El Proyecto inició en octubre del 2011, cuando se publicó en La Gaceta el Contrato de Préstamo entre el Gobierno de la República y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para Fortalecer el Turismo en las Áreas Silvestres del país y en sus comunidades aledañas.
“La esencia del programa consistió en fortalecer el turismo sostenible partiendo de las mejoras en infraestructura turística dentro de las áreas protegidas y facilitando acercamientos con los gobiernos municipales y comunidades. También fortaleciendo las capacidades internas del SINAC y de las comunidades, con herramientas técnicas y capacitaciones.
No solo se buscaba que más turistas ingresaran a los parques, sino que las comunidades participaran activamente de los beneficios de la llegada de visitantes en una relación ganar- ganar”, expresó Guisselle Méndez Vega, coordinadora del proyecto BID Turismo, del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC),
Las áreas beneficiarias fueron el Refugio Nacional de Vida Silvestre Mixto Caño Negro y los parques nacionales Volcán Arenal, Cahuita, Corcovado, Volcán Irazú, Manuel Antonio, Volcán Poás, Rincón de la Vieja, Volcán Tenorio y Tortuguero.
A estos sitios se les destinó aproximadamente un 60% del monto total de 25 millones de dólares en obras de infraestructura como senderos interpretativos, plataformas de observación, baños, cambiadores e infraestructura para la accesibilidad, entre otros rubros destinados a incrementar el atractivo y apreciación de las áreas naturales.
El restante 40% se invirtió en los otros dos componentes del proyecto, uno de gestión sostenible del turismo y otro de fortalecimiento institucional.
Dichos recursos se enfocaron en la mejora de capacidades para la gestión administrativa de las áreas silvestres protegidas, así como en el apoyo y asistencia técnica a gobiernos municipalidades donde se ubican las áreas beneficiarias, además de Comités de Desarrollo Comunitario e iniciativas de turismo local y encadenamientos productivos cercanos a los parques.
Gracias al proyecto, la institución cuenta actualmente con planes de turismo sostenible y una nueva metodología que permite gestionar el flujo de visitantes tomando en cuenta indicadores de bienestar de la biodiversidad y los ecosistemas. Esto contribuye a que cada área defina de manera “sensible y variable” cuántos visitantes está en condiciones de recibir sin poner en riesgo el entorno natural.
Un ejemplo del enfoque y trabajo desarrollado por el programa estuvo en el Parque Nacional Cahuita, al cual se le dotó de un sendero suspendido sobre el área del humedal, un paso con una extensión cercana a a los 2km, que le brindó al área protegida un valor adicional para el visitante.
Además, la comunidad de Cahuita, fue dotada de un “Centro de facilidades turísticas” que permitió ordenar la visitación al parque en el área marina.
El Centro se desarrolló mediante un convenio con la municipalidad y actualmente lo está administrando la asociación de desarrollo de la comunidad.
Para robustecer esta visión y como parte del Programa, se desarrollaron estudios técnicos en conjunto con los empresarios locales para determinar potenciales oportunidades turísticas alrededor de las áreas naturales beneficiarias.