Redacción- El Gobierno de Costa Rica se pronunció la tarde de este domingo en torno a la crisis que vive Nicaragua desde hace prácticamente un mes, a pesar de que el mandatario de ese país, Daniel Ortega, había pedido que no interfirieran en los asuntos nicaragüenses.
«Costa Rica se solidariza con el hermano pueblo de Nicaragua y lamenta que los actuales acontecimientos generen la pérdida de vidas humanas y se lesionen aspectos fundamentales relacionados con la dignidad y seguridad física de las personas», reza el comunicado emitido por la Cancillería tica.
Más adelante, el comunicado señala que el gobierno costarricense observa con atención el desarrollo de los hechos internos en Nicaragua y manifiesta su interés en que los esfuerzos promovidos por la Conferencia Episcopal de Nicaragua, mediadora y testigo del diálogo entre el gobierno y los grupos de oposición, abran los espacios necesarios para el entendimiento.
Por su parte, Nicaragua desde el 22 de abril anterior había expresado -tras una primera intervención de Costa Rica por la crisis que suma 64 muertos- que el país debía mantenerse al margen.
“Todas sus consideraciones sobre las políticas nicaragüenses y del Estado nicaragüense, sólo corresponden a nicaragüenses que vivimos trabajamos en un país libre, donde la esperanza anima nuestros pasos para seguir luchando contra la pobreza”, indicó el mensaje de Ortega en aquel momento a través de la Cancillería de la nación vecina.
En ese mismo texto, Ortega recriminó a Costa Rica por un trato discriminatorio, denigrante, excluyente, y muchas veces racista hacia los nicaragüenses.
Costa Rica respalda el diálogo como el mecanismo para la solución pacífica que permita el retorno a la paz y la tranquilidad del pueblo nicaragüense, y ve con beneplácito que la Conferencia Episcopal sea garante de este proceso.
Nuestro país tiene como principio rector de su política exterior el respeto a las libertades civiles y los derechos humanos como imperativo esencial para avanzar de manera constructiva en el desarrollo de la democracia.