Los manifestantes en el exilio se reúnen en torno a una fogata. Credit Meridith Kohut para The New York Times
  • Se estiman casi 500 muertos en Nicaragua
  • Refugiados hacen turnos de vigilancia, pues temen ser capturados

Redacción – El medio de comunicación internacional, The New York Times, revela un albergue clandestino en Costa Rica para los nicaragüenses que huyen de su país, debido a las complicaciones que imposibilitan su estadía en su propio territorio.

Miles de nicaragüenses han ingresado a suelo tico para solicitar refugio, pero algunos permanecen en estos albergues.

«El patio está repleto de colchones y maletas; algunas de ellas desbordan ropa. Se usan sábanas para separar a las familias de los extraños y a las mujeres de los hombres», narra NY Times.

Mediante una extensa investigación, lograron encontrar «de todo» en este espacio. Según relatan, las mujeres cocinan en una fogata al aire libre para preparar los alimentos de 50 fugitivos hambrientos en una casa donde se esconden estos nicaragüenses para evitar ser capturados por personeros de su país.

Incluso, los refugiados tienen turnos para cuidar y vigilar por las noches, para avisar si llegan agentes nicaragüenses infiltrados para sacarlos del lugar. Cabe destacar que esta no fue diseñada para albergar a tantas personas.

Un manifestante hace guardia en una casa de seguridad. También en las noches se turnan para hacer guardia. Credit Meridith Kohut para The New York Times

Aunque la estructura esté el suelo tico, los nicaragüenses viven con temor de ser capturados.

Según el reportaje de Frances Robles para NY Times:

La mujer que lo dirige, que se hace llamar “la Madrina”, miró a su alrededor mientras un compatriota cortaba un tronco con un machete para hacer más leña.

«La estadía aquí la consideramos temporal”, dijo la mujer. “Ya estamos cansados y queremos regresar a casa”.

El nombre verdadero de la Madrina es Lisseth Valdivia; era propietaria de tres tiendas de ropa en Matagalpa, una ciudad al norte de Managua, la capital de Nicaragua. A esta mujer de 39 años, madre de dos hijos, le gustaba ir al gimnasio; tenía una moto nueva y le iba bien económicamente.

Pasó dos meses dirigiendo lo que ella consideraba un puesto de control humanitario, que brindaba primeros auxilios y daba de comer a los manifestantes que cerraban el paso a los vehículos con barricadas improvisadas. Dijo que aprendió cómo usar morteros caseros, aunque en general dejaba a los hombres el uso de esos artefactos.

Luego su familia la llamó para advertirle: “Ni se te ocurra venir aquí a tu casa, ya entraron. Hay alrededor de veinticinco policías en tu casa y la están destruyendo”.

Entonces huyó y nunca regresó. Dejó atrás tres negocios cerrados, una casa, un auto, la moto y, por su propia seguridad, a su hijo de 7 años, que dejó al cuidado de su padre, quien apoya al gobierno y a veces envía a Valdivia mensajes de texto furibundos quejándose de sus lealtades.

“Pero por ahora tengo que estar con mi gente”, dijo, refiriéndose a los fugitivos como ella. “En un futuro, cuando Nicaragua sea libre, mi hijo va a gozar de todo ello”.

Liseth Valdivia ahora vive con su hija adolescente y ella es quien acepta o niega el ingreso de nuevos refugiados en este albergue, pero no acepta a los que han estado en la cárcel, pues teme que puedan haber sido liberados a condición de volverse informantes.

Lisseth Valdivia cuida de los niños que viven en la casa de seguridad. Su hija adolescente está con ella. Credit Meridith Kohut para The New York Times

“No nos rendimos”, dijo al medio internacional el niño Samuel Gutiérrez, de 13 años, quien llegó a la casa en Costa Rica primero en autobús y luego a pie después de huir de Nicaragua con sus padres.

El pequeño sobrevivió a un ataque del gobierno a una iglesia donde murieron dos personas y no ha podido empezar su etapa colegial debido a que se encuentra escondido en territorio costarricense.

Para los ojos del gobierno nicaragüense, estas personas que se esconden con temor son asesinos y terroristas.

La Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) estimó una cifra de más de 480 muertos producto de las propuestas en este país, mientras su presidente Daniel Ortega afirma que son pocos los fallecidos debido a un «golpe militar».

La situación en Nicaragua inició el pasado 18 de abril con protestas debido a medidas severas que implementó Ortega sobre el seguro social, lo que causó muertes, secuestros y más inestabilidad.

Por su parte, el presidente estadounidense Donald Trump, recientemente firmó la Ley de Condicionalidad de la Inversión en Nicaragua (NICA, por sus siglas en inglés), que sometería a Nicaragua a fuertes sanciones hasta que se restablezca el Estado de derecho.

Manifestantes, muchos con órdenes de aprehensión, grababan un mensaje de video para publicarlo en las redes sociales mientras se escondían del gobierno en una casa de seguridad. Credit Meridith Kohut para The New York Times

 

Opositores del gobierno nicaragüense se esconden en una casa de seguridad en las montañas al otro lado de la frontera, en Costa Rica. Credit Meridith Kohut para The New York Times

 

En la casa de seguridad se usan sábanas para separar a las familias de los extraños y a los hombres de las mujeres. Credit Meridith Kohut para The New York Times

 

Un hombre toma un baño en una regadera improvisada al aire libre en la casa de seguridad. Credit Meridith Kohut for The New York Times

1 COMENTARIO

  1. Qué bueno que haya periodistas que sí investigan, en lugar de sólo reproducir comunicados de gobiernos.
    Ahora al punto: este fenómeno sólo va a aumentar la inseguridad y criminalidad en Costa Rica. Y dado que también hablan de que agentes de Ortega operan aquí, demuestra lo inoperante que es nuestro Gobierno. Pero a los jerarcas del Gobierno lo único que les importaba es desarmar a los ticos!
    Hay que ser críticos de la línea estratégica de nuestro gobierno… porque en materia de seguridad ha sido un fracaso total!

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