- Vacuna actual no es la más adecuada para las vacas
- Esto afecta económicamente al sector agropecuario
Redacción – Un grupo de microbiólogos de la Universidad de Costa Rica (UCR) trabajan en la investigación de una bacteria para poder mejorar la vacuna que impide el contagio de las vacas y que estas no tengan que ser sacrificadas.
Se trata de Brucella, una bacteria altamente contagiosa en los animales de producción. Para evitar el sacrificio, en el país se aplica una vacuna conocida como S19; sin embargo, su aplicación genera otro gran problema: el ganado inmunizado genera anticuerpos idénticos a los inducidos por la Brucella durante una infección, lo que origina una confusión diagnóstica que conlleva a acabar con la vida de los animales sin que estos, necesariamente, estén contagiados.
Por ese motivo, mejorar potencialmente ese método preventivo forma parte del proyecto llamado “Una estrategia integral y multidisciplinaria para abordar la brucelosis animal y humana, una zoonosis desatendida en Costa Rica”.
El anterior está a cargo de Carlos Chacón Díaz y Esteban Chaves Olarte, microbiólogos del Centro de Investigaciones en Enfermedades Tropicales (CIET) de la UCR.
Este estudio tiene tres aristas importantes:
- Se busca desarrollar la investigación microbiológica de la bacteria Brucella (causante de la enfermedad brucelosis).
- La prevención y diagnóstico de la enfermedad.
- La educación continua en las comunidades afectadas.
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Chacón explicó que la Brucella es un microorganismo que “engaña” al sistema inmunológico del ganado vacuno, por lo tanto, el trabajo de ambos especialistas se enfoca en entender, durante la primera sección del proyecto, cómo la bacteria sobrevive en el interior de la célula.
“Esta es una bacteria que tiene alguna estrategia para evadir la ruta que normalmente debería tomar. En vez de dirigirse al lisosoma, lugar celular donde la bacteria se degrada, lo que hace es que se va a otro compartimiento llamado retículo endoplásmico y ahí se multiplica”, indicó Chaves.
Acciones integradas
El ganado de la región Huetar Caribe y Huetar Norte, zonas tradicionalmente ganaderas, tienen una incidencia de brucelosis mayor al 10%, según datos del CIET-UCR.
La forma más común de contagio entre estos animales, es cuando queda expuesta una gran carga bacteriana después de que una vaca expulsa un feto abortado. Asimismo, al momento del apareamiento se puede dar la infección.
De acuerdo al “Reglamento para la Intervención de la Brucelosis Bovina Nº 34858” del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), una vaca al haber contraído brucelosis debe ser sacrificada, según la indicación del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa).
Lo anterior implica pérdidas económicas en el sector agropecuario, por lo que la segunda arista del estudio busca mejorar el efecto de la vacuna.
“Cuando se hacen los exámenes y hoy sale una vaca positiva, todas las demás salen con resultados negativos, esa vaca se separa del resto y se sacrifica, pero dos semanas después hay 10 vacas con la bacteria, y así gradualmente”, comentó Chacón.
Casos en humanos
Aunque en Costa Rica los casos de brucelosis en humanos son poco comunes, los doctores a cargo de la investigación afirman que el subregistro de esta enfermedad dificulta tener una cifra clara de la presencia de esta enfermedad en las personas que trabajan todos los días con animales infectados.
“Una persona que atendió un aborto vacuno y que después se rasca los ojos con sus manos, está en alto riesgo de contagiarse con la bacteria”, aclaró Chacón.
Es aquí cuando aparece el tercer eje de este proyecto, que tiene que ver con la contribución que da la UCR a la educación continua en las zonas donde la enfermedad es más constante.
“Se dan charlas al personal médico y se les recuerda que cuando un paciente presenta síntomas y no se sabe muy bien qué lo causa, existe la posibilidad que sea brucelosis. También, informamos de esta realidad a la gente que está en el campo con estos animales, pues muchos de ellos no saben cómo manipular a un feto abortado”, señaló.
Los síntomas en el ser humano son fiebres ondulantes, con otros síntomas como la fatiga, que pueden presentarse a través de años e incluso décadas.