- El material polipropileno en billetes, además de sus medidas de seguridad, se puede reciclar y es más respetuoso con el medio ambiente.
Redacción- Un playground, un rótulo de un Parque Nacional, una baranda o un deck, todas estas son posibles formas que pueden adquirir los billetes de mil colones una vez que son reciclados.
Cuando el Banco Central determina que su vida útil ha culminado, los billetes de esta denominación, pasan a un proceso de reciclaje, son molidos para ser enviados a una empresa que utilizará la materia prima, en la elaboración de “madera plástica”.
En junio de este año se cumplen 8 años desde que se cambió el material del billete de mil colones en Costa Rica, (en el 2011). Estos se fabrican a base de un tipo de plástico llamado prolipropileno biaxialmente orientado (BOP) que al igual al que se usa en otros productos puede ser reutilizado una vez que los billetes son sacados de circulación.
Esto no es factible con otros tipos de papel moneda utilizados en billetes hechos en fibra de algodón. A escala global, la empresa CCL Secure es líder del mercado de sustrato de polímero para la producción de billetes y es quien suministra este material para la fabricación de los billetes 1.000 colones en nuestro.
Como explica Gustavo Ascenzo Director de Negocios para Latinoamérica de CCL Secure, “los billetes de polímero tienen una huella ecológica menor, no solo porque su tiempo de vida útil es mucho mayor, extendiéndose al menos 3 veces más de lo que dura un billete de papel algodón sino por la posibilidad de integrarlos a un modelo de economía circular en la que su materia prima puede ser utilizada con otros fines”.
En este sentido, según explicó Ascenzo, el Banco Central de Costa Rica está en proceso de convertir otras denominaciones de billetes del país a sustrato de polímero ya que no solo es más resistente al uso sino también ecológicamente más sustentable pues su producción emite menos gases de efecto invernadero que los de papel y además requiere menos agua y algodón en su fabricación.
La empresa que utiliza el material de reciclaje de los billetes de mil colones en nuestro país se llama Producol. A la fecha, ha procesado tres toneladas de billetes de polímero costarricenses en el transcurso de 3 años, al mismo tiempo han procesado 16 toneladas de billetes de Nicaragua, país que decidió tener todas sus denominaciones de billetes de
polímero igual que Costa Rica.
Jaime López, Gerente de Producol, ha señalado que el proceso de reciclaje es muy amigable con el ambiente puesto que prácticamente no genera desechos. “Cuándo se envía el billete a reciclaje, es porque está deteriorado, o tiene algún daño que lo inutiliza, acá los transformamos en madera plástica e imitación de plywood, para construir plays,
pisos, techos, etc”, explicó.
Datos de CCL, apuntan que durante el 2018 en América Latina, 10 nuevas denominaciones de billetes se fabricaron en polímero y esta tendencia va en aumento. México y Chile tienen más de 15 años de tener denominaciones de billetes en polímero, mientras que Canadá es un referente en el continente.
Los billetes de polímero cuentan con una huella ecológica menor debido a su durabilidad. Su resistencia reduce la necesidad de hacer nuevas reediciones por deterioro debido a condiciones ambientales como la humedad y el calor.
En un reporte efectuado por el Bank of Canadá y denominado “Life Cycle Assessment of Canada’s Polymer Bank Notes and Cotton-Paper Bank Notes”, se demostró que los billetes de polímero eran un 60 por ciento más respetuosos con el medio ambiente en nueve medidas de impacto ambiental aceptadas internacionalmente, entre ellas: menor demanda de energía primaria, menor potencial de calentamiento global, menor eutrofización potencial, menor acidificación, menor potencial de producción de smog y menor uso de tóxicos.
Por otra parte, investigaciones indepedientes como la llamada “Dirty Money: An Investigation into the Hygiene Status of Some of the World’s Currencies as Obtained from Food Outlets” han logrado demostrar que los billetes de polímero son hasta un 75% más limpios ya que su muy baja porosidad y el carácter de su material poco amigable
como el sustrato microbial reducen la existencia de agentes patógenos que puedan hallarse en este tipo de billetes.
Finalmente, investigaciones independientes llevadas a cabo por Bancos Centrales de diversas partes del mundo han demostrado que estos billetes son sensiblemente más seguros que los de papel algodón, disminuyendo considerablemente la falsificación producto de características como su ventana transparente.