- El secreto radica en aprender a expresarse para una convivencia familiar
Redacción – Saber escuchar y conversar es la clave de cualquier relación y más aún cuando se trata de los padres de familia con sus hijos.
Una tarea difícil, en especial cuando los papás sienten que están limitados, pues se ven obligados a dividir la vida laboral con el tiempo en familia.
Pese a los obstáculos, los padres deben generar una buena comunicación para que todos sus miembros puedan expresar adecuadamente sus sentimientos y emociones. En especial, cuando hay niños porque esto les permitirá desarrollar confianza en sí mismos.
Para mejor la convivencia familiar, las psicólogas Karina Picado y Sarita Álvarez brindan los siguientes consejos para fortalecer el lazo entre padres e hijos.
- Averiguar cuánto y en qué lugar los hijos están dispuestos a entablar una comunicación.
- Conocer y adaptarse a los defectos y virtudes de cada uno de los miembros del grupo familiar. Pregunta directamente que elementos necesitan para que fluya una buena conversación.
- Encontrar los mecanismos para canalizar la ira, la frustración, impotencia e incluso odio, por ejemplo, mediante el ejercicio. De esa manera lograrás desarrollar la capacidad de diálogo bajo un nivel adecuado permitiendo que las partes hablen en un ambiente adecuado.
- Establecer las reglas del juego en casa te permitirá que fluya la comunicación. Es importante siempre obedecer las promesas o acuerdos, pues de lo contrario los hijos perderán la confianza en su progenitor.
- Abrir espacios para tratar temas en un contexto cómodo.
- Permitir la escucha y no convertir que el encuentro sea un monólogo. De esa manera será más sencillo que los padres puedan conocer sus inquietudes, necesidades, temores y fortalezas de los hijos. El secreto radica en estar atentos y no juzgar.
- Romper con la postura autoritaria. No es necesario ejercer temor o miedo para lograr que los hijos acaten los límites establecidos.
- Ser claro a la hora de pedir algo. Evitá los largos discursos.
- Propiciar reuniones o juntas familiares cada cierto tiempo para poner sobre la mesa situaciones que pueden estar incomodando a sus miembros.
- Intentar ponerse en el lugar del otro. Quizás esa sea la mejor manera de comprender cómo se siente la otra persona, y así encontrar una la solución.