Señala que este tipo de actos son una de las plagas del mundo.

 

Redacción: El papa Francisco lleva años abordando la cuestión sexual y tratando de natuaralizarla entre los fieles, siempre y cuando esté relacionado con el amor y la reproducción.
Es así como manifestó que el placer ha dejado de ser una idea prohibida, también en este campo.
Este miércoles, el pontífice de hecho, durante la habitual audiencia con los fieles en la plaza de San Pedro, ha insistido en esta idea afirmando que el placer sexual es “un don de Dios” que actualmente se ve “socavado por la pornografía, que puede generar formas de adicción”.
Una idea, en el fondo, que toca en hueso de uno de los grandes temas educativos del momento, vinculados a la relación de los menores con los teléfonos móviles e Internet.
Francisco ha tratado en los últimos tiempos de romper algunos tabúes sobre la sexualidad y sobre determinadas orientaciones. De hecho, el reciente nombramiento del nuevo prefecto para el dicaterio para la Doctrina de la Fe, el argentino Víctor Fernández, persigue esa apertura teológica.
Este miércoles acudió también a las esencias para justificar sus palabras. “En el Cristianismo no se condena el instinto sexual, no. Un libro de la Biblia, el Cantar de los Cantares, es un maravilloso poema de amor entre dos novios. Sin embargo, esta hermosa dimensión sexual no está exenta de peligros”, señaló repasando los pecados capitales.
El pontífice explicó a los fieles congregados en el Aula Pablo VI que “si no está contaminado por el vicio, el enamoramiento es uno de los sentimientos más puros”. “Una persona enamorada se vuelve generosa, disfruta regalando, escribe cartas y poemas. Deja de pensar en sí mismo para proyectarse completamente hacia el otro”, celebró.
Francisco advirtió de que la lujuria, en cambio, se burla de todo esto, saquea, roba, consume deprisa” y juzga “aburrido” todo cortejo. Pero hay una segunda razón por la que huir del “peligroso” pecado de la lujuria y que afecta a la sexualidad.
El sexo, dijo, “implica todos los sentidos, habita tanto en el cuerpo como en la psique”, pero “si no se disciplina con paciencia, si no se inscribe en una relación y una historia en la que dos individuos lo transforman en una danza amorosa, se convierte en una cadena que priva al hombre de libertad”.