Redacción- Jennifer Guevara, de 28 años, vive con su pareja en un rancho de tan solo cuatro paredes de lata, en Puntarenas. Dentro de esa «casa» abunda la carencia: solo posee una cama, dos ollas, un plato y una cuchara plástica.
Sin embargo, la historia que se esconde detrás de lo material es aún más lamentable, pues lo que ella más anhela es poder estar con su hija Candy.
Cuando Jennifer tenía 15 años vivía con su mamá en Pavas y la obligó a casarse con quien era su novio. Un año después, nació su hija Candy.
Pero, l amor duró poco tiempo. Según relata, la relación estuvo marcada siempre por agresiones físicas y lo dejó.
A los cinco meses de separada; decidió vivir con quien para ese entonces era el hombre mas «guapo» de Pavas, pero al mismo tiempo el más «matón» y el nivel de celos era incontrolable. Su nueva pareja no la dejaba hablar con nadie y tampoco la dejaba salir de la casa.
Llegó el año 2007, el que iba a marcar de por vida a está joven. Jenny comentó que su hermanastro cumplía años y fue con su familia al parque de diversiones. Su compañero le permitió la salida pero debía estar de regreso las 8:00 pm y para esa ocasión recordó que llevó ropa adicional por si se mojaba en los juegos.
La joven afirma que ese día salieron a las 7:00pm del parque y con las presas de por medio llegaron a Pavas a las 9 pm y en una esquina él la estaba esperando. El retraso provocó que se desatará una discusión incontrolable y más porque llegó vestida de forma distinta, lo que le aumentó los celos.
Al día siguiente, el problema siguió.
La joven contó que su pareja sacó un arma calibré 38 y le disparó por encima de su pecho . Él le dijo que por una bala no iba a ir a la cárcel, entonces le disparó tres veces más en el cuello. Después, se disparó por remordimiento en la cabeza.
Tres horas después, los vecinos los encontraron aún con vida. No obstante, su pareja murió camino al hospital y ella sobrevivió. Durante seis meses estuvo en coma.
Tras lo sucedido, a su hija Candy la llevaron el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), pues la abuela de la niña no cumplía con los requisitos para asumir la custodia.
Desde hace 3 años, la joven vive en Puntarenas con un nuevo compañero.
Él es quién se encarga de bañarla, mudarla, la sienta en la silla de ruedas y le ayuda con sus necesidades.
Dicha historia fue dada a conocer por el comunicador puntarenense Christian Campos, quién busca personas que colaboren con este caso, para Jennifer logré tener una vivienda y poder vivir con su hija Camila. Para ello, dejó su número telefónico 6179-1915.
Municipalidad de Puntarenas intermediará con ayudas
Dos funcionarias del ayuntamiento conocieron y verificaron el estado en que se encuentra Jennifer y las carencias que enfrenta junto a su pareja. Ante lo observado, comentaron a AMPrensa. com que intermediarán para solicitar que el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) le pueda aumentar la ayuda de 50 mil colones a una de 120 mil colones para alquiler
También, solicitarán a la Caja Costarricense de Seguro Social una pensión por invalidez.#AMPrensa