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Galería de arte, creatividad y mucho sabor llega al centro de San José

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Redacción – En el corazón de la capital, al costado sur del Teatro Nacional, hay un lugar de 300 metros cuadrados en el que, con solo ingresar se vive una experiencia única y la sensación de entrar al interior de un cuento.  Se trata del Mercado Gastronónico El Abasto, cuyo fundador,  Jorge Saggal, asegura que se trata de un nuevo concepto en el país, donde la promesa es que cada visitante tenga la oportunidad de elegir o disfrutar de los cinco conceptos culinarios sin salir de “Chepe”.

Así, entre pastas italianas (Pizza Pasta), milanesas argentinas (Concepto Milanesa), tapas españolas (Puerto Barcelona), cocina libanesa (Lubnan) y un mundo de café, postres y vinos (El Viejo Almacén), los visitantes tendrán una mezcla de sabores, colores, gustos y emociones que estimularán sus cinco sentidos, porque nuestro reto es que regresen siempre con su familia y amigos, enfatizó Saggal.

Definitivamente la creatividad, el ingenio atrevido e irreverente forman parte de la decoración de El Abasto, cuyo diseño es inspiración de Saggal, un argentino espontáneo y divertido que ha recorrido el mundo, pero que hizo química con Costa Rica hace varios años.  No tiene poses, ni sigue reglas y así lo refleja su nueva propuesta gastronómica, cuyas recetas son originales de cada país.

El Abasto, que tiene tres niveles, es un lugar con aspecto circense, muy vivaz y colorido, con elementos únicos y pícaros que rompen la monotonía.  Al entrar, en el primer piso, se encuentra con el Viejo Almacén (la primera cafetería de postres) donde una maceta de helechos vestida con jeans y sentada plácidamente en la jardinera de la entrada, dan la bienvenida y la sensación de que en algún momento podría levantarse y caminar.  Una bicicleta que guinda del techo nos recuerda que es un medio de transporte urbano opcional y muy limpio, explicó Jorge.

No pueden pasar inadvertidas las casetas circenses habitadas por pitonisas o payasos que, dicho sea de paso, son quienes entregan la factura en un cofre.  En el primer nivel también está la cocina donde se preparan los diferentes menúes, postres y cafés.

En el segundo nivel lo primero que se ve es una terracita rodeada de plantas con vista al Teatro Nacional.  Una gran lámpara sobre el bar está diseñada de botellas de vino recicladas que le agregan un aire nostálgico y cálido al ambiente.  Lubnan, Puerto Barcelona y Pizza Pasta están insertados en una ciudad muy europea y mediterránea, con calles dotadas de señalización peatonal, coquetas ventanas y faroles que nos llevan a un gran puerto, que le dan un ambiente diferenciadamente acogedor, como si se estuviera literalmente en otro país.

Y es que El Abasto es también una enorme galería de murales pintados por artistas nacionales.  El Negro ­­­Byron plasmó varias obras, como el pintoresco Circo de la Vida al subir las escaleras.  En una de las paredes pintó un mural de Barcelona inspirado en la obra del modernista Antoni Gaudi y obras arquitectónicas emblemáticas como el Parque Güell, la Sagrada Familia y el Edificio de Balcones, que entre pinceladas y texturas dan vida a una especie de ilustración.

También dio vida una ciudad inexistente que fusiona elementos de Barcelona, Roma, Buenos Aires y Beirut, con edificios de esas cuatro ciudades.  Por eso en el recorrido se aprecia un Obelisko, una iglesia bonaerense, un Cristóbal Colón, la Torre Agbar, la Basílica de San Pedro, el Coliseo y la Mesquita Mohammad Al-Amin en Beirut, donde se matizan colores, luces y sombras.

Por su parte, Fonthein Valverde hizo también varias obras.  Pintó un gran mural con elementos muy circenses, otro con el mapa de Buenos Aires, al que agregó texturas de madera, luces y espirales y su tercer mural hace alusión a un abasto antiguo y uno más moderno, piezas artísticas que decoran las paredes del segundo nivel .

Eddy Fernández plasmó en la pared del fondo un puerto donde se aprecia un imponente crucero y parte de la ciudad.

Y aunque suene extraña la sugerencia, visitar los baños es parte del tour exigido en El Abasto.  Al explicar los detalles, Saggal indicó que el baño de hombres está pensado para los presumidos que les gusta estar midiendo sus dotes frente al espejo.   El de las mujeres, además de detalles pícaros, posee un tocador que les permita cómodamente reafirmar su belleza y felicidad.  Al mirar hacia arriba las lámparas son una vasenilla y un viejo inodoro.

Y por si fuera poco, en el piso del segundo nivel se estampó una pintura de obreros cavando la calle que crea una ilusión óptica con la idea de que los visitantes se tomen una fotografía y parezca que también está bajando al gran hoyo, explicó Saggal.

No puede pasar inadvertido el balcón con ropa tendida y unos grandes calzones de la vecina fastidiosa que discute con los transeúntes, mientras en su mano izquierda carga una vasenilla en una mano derecha la escoba de millo.

En el tercer nivel está Concepto Milanesa, donde hay una gran foto de Carlos Gardel, el tanguero más famoso. Y tal como sucede en los barrios más humildes, hay pares de tenis guindando de los cables eléctricos de las calles.

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