José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada

Redacción- En los últimos tiempos, se ha acrecentado la discusión sobre derechos que varios grupos de la población reclaman para sí, la forma en que se perciben y la manera en que quieren vivir su sexualidad.

Esto llevó al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) a permitir el cambio de nombre por identidad de género autopercibida y a la eliminación de la indicación por sexo de nacimiento en la cédula de identidad.

Pocas horas después, algunos activistas de la comunidad LGTBI rechazaron la eliminación de la indicación por sexo de nacimiento y piden -como comunidad trans- su pleno reconocimiento de identidad en la cédula.

“Podríamos hablar, como este, de otros casos de distintos grupos de personas, sobre distintas formas en que se autoperciben y sería una larga lista de no acabar, donde la individualidad nos llevaría a una fragmentación de la sociedad tal que no podríamos vivir ni libre ni comunitariamente en un adecuado orden de bien común” señala Monseñor José Manuel Garita de la Diócesis de Ciudad Quesada.

Los Obispos de Costa Rica, dijeron la semana anterior que la Iglesia católica, recordó que todo reconocimiento de derechos a la Persona Humana debe darse desde el mayor respeto y consonancia con la naturaleza  misma del ser humano, pues toda acción que desfigure u oscurezca la naturaleza humana, lejos de ser un derecho o una acción que promueva a la persona, se constituye en un elemento que oscurece su  verdadero desarrollo como ser humano (cfr. Gaudium et spes, n. 24 y Catecismo Iglesia Católica, n. 357).

“Hoy les digo a todos: ¿por qué si Dios no hace  acepción de personas, por qué las hacemos nosotros? Cabe preguntarse, ¿esta individualidad y búsqueda de complacer ciertas necesidades o supuestos derechos, en dónde colocan el BIEN COMÚN? La misma Constitución Política indica que toda persona es igual ante la ley y así lo vemos también en la Declaración de Derechos Humanos y en diferentes tratados que quieren dejar por escrito que no debe hacerse ninguna diferenciación por ningún motivo: raza, sexo, creencia religiosa, condición social, etc. Como Iglesia, y como pastor de la misma, reconocemos las distintas situaciones que viven muchas personas, no desconocemos sentimientos, situaciones de vida, anhelos, ni la búsqueda del propio ser que enfrentan a las personas humanas a momentos y vivencias de muy variados orígenes. A toda persona humana la Iglesia la acoge con los brazos abiertos y la acompaña. Ninguna institución en el mundo como la Iglesia ayuda y acompaña espiritual, sicológica y materialmente en tan variadas necesidades. Así ocurre a nivel universal y en nuestra Iglesia costarricense en las distintas diócesis. Ya habrá tiempo para mencionar todas las causas en que la Iglesia está presente atenta y solidariamente en la vida de las personas” afirma Monseñor José Manuel Garita.

Señala en su comunicado:

Por ahora, lo que también nos toca es predicar la verdad revelada por Jesucristo y enseñada por la Iglesia, una verdad que se hace amor para acoger a todos, pero donde diremos que aquello que es contrario a la ley divina y natural no puede recibir aprobación en ningún caso. Esto no es estar en contra de supuestos derechos humanos. Esto es predicar y hacer presente la misión de la Iglesia que anuncia la salvación y une su querer con el de Dios: que todos seamos felices. Pero, cuidado, a veces, en la búsqueda de esa felicidad, puede que distintas situaciones de vida nos aparten también del género humano y del plan amoroso de Dios diseñado para todos -tanto como varones y como mujeres- tal y como Él nos concibió y nos creó en medio de la naturaleza humana, ordenada y dirigida sabiamente desde siempre por el mismo Dios.