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¡Llegan a la Basílica! Impulsados por su fe, romeros de San Vito caminaron 250 kilómetros

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Redacción – Agarrados por su devoción y apoyados en su fe, los 380 romeros de San Vito de Coto Brus ya llegaron a la Basílica de Los Ángeles después de caminar 250 kilómetros por agradecimiento y para pedirle a la Patrona de Costa Rica que interceda por cada una de sus peticiones.

Luego de nueve días de peregrinación, muchos llegaron con lágrimas en los ojos, la mayoría con dolores musculares pero con su fe intacta. Tres de ellos, salieron desde Paso Canoas, frontera sur con Panamá, un día antes que el resto del grupo, para juntarse y terminar la romería todos juntos.

Dormían en albergues improvisados como escuelas o salones comunales, descansaban luego de la hora del almuerzo y caminaban durante la noche y la mañana. Atravesaron el frío del Cerro de la Muerte, más de 200 kilómetros para dejar rastro de su cercanía con la religión por toda la ruta.

¡Un momento muy emotivo! Niños de la Escuela Padre Peralta salieron a animar a este grupo de valientes de camisa blanca y pañuelo naranja. El resto de personas que se encontraban llegando a la Basílica, también aplaudieron el valor de estas personas.

Al llegar, la mayoría ingresó de rodillas y con los ojos cerrados, mientras agradecían que llegaron con vida hasta la casa de La Negrita.

Para ellos nada fue excusa ni impedimento, como para Betzabé Alfaro Arias, una joven que caminó 271 kilómetros con una cirugía de rodilla encima, llena de vendajes por su cuerpo. En lugar de sentir dolor, ¡estaba feliz por haber llegado!

Más peregrinos como Alfaro también estaban vendados, pues el camino fue duro pero no imposible.

Otros estaban con velas, símbolos de sus peticiones por las que caminaron por tantos días y tantos kilómetros. También, algunos estaban abrazados y agarrados de las manos, pues saben que la unión aportó para que llegaran a su meta sanos y salvos.

Y es que no solo representa una larga caminata ni una aventura inolvidable, sino también peregrinan por todos aquellos que no pueden. Ellos están seguros de que ¡la fe mueve montañas!

 

 

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