Minor Araya Salguero
Criminólogo – Exjefe OIJ
El pasado 21 de noviembre – una vez más – en y en las inmediaciones de la Universidad de Costa Rica (UCR) parece celebrarse el Día de la Desadaptación Social. Estudiantes y otros actores que no lo son, tal cual apunta AmeliaRueda.com («6 de los 7 detenidos por bloqueo e incendio en San Pedro son estudiantes, confirma UCR») no sólo hicieron «el papel», también incurrieron – al parecer – en graves delitos contra el orden y la seguridad pública.
Para nuestra vergüenza, aquella no era la primera vez. Un 12 de abril de 2010 (tal cual lo describí en el artículo «Se busca «Cabeza del OIJ» (Diario Extra) una manada de revoltosos pretendía estar en otro país, hacer y deshacer a su antojo pero en aquella oportunidad, topó con dura pared: El Organismo de Investigación Judicial (OIJ). A los «engañados», varios investigadores judiciales les enfrentaron y detuvieron con determinación, por obstruir el cumplimiento del deber policial.
Ocho años después, propiamente un 12 de septiembre de 2018 «Lo que inició como un bloqueo en la calle principal de San Pedro de Montes de Oca, frente al Outlet Mall, terminó en un zafarrancho dentro del campus de la Universidad de Costa Rica (UCR), donde un edificio resultó con daños» (La Teja). Estos hechos, al igual que los reseñados el 21 de noviembre de 2019, atentaban contra el orden y la seguridad pública; se atropella el derecho fundamental de Libertad de Tránsito.
¡Casi lo olvido…! En estas violentas manifestaciones también se demuestra, intensifica y peor aún, se perfecciona, un profundo desprecio por la autoridad de policía y la integridad física de sus máximos exponentes.
Esos jóvenes que parece se reúnen a la libre, sin restricción alguna y «quien quita» tal vez con el apoyo de funcionarios públicos (¿De primera clase que, como fieles adoradores del verbo solapar, hacen del tonto, un tonto útil?) se hacen notar – en su mayoría – como personas emocionalmente perturbadas, vacías, muy agresivas y peligrosas.
Esa afición exagerada por el alboroto público, la intransigencia y violación de normas de convivencia social no es más que eso, una curiosa, peligrosa pero sobre todo, recurrente manía. ¿Con una lectura tan fácil, en el tiempo y forma, habrá sido capaz el Ministerio de Seguridad Pública (MSP) de leer tan particular y advertida conducta…? Vista la respuesta policial a los hechos de noviembre 21, por desgracia, creo que no.
«Si bien es cierto, los hechos en cuestión justificaban una intervención policial a toda luz debido a que, varios inadaptados sociales demostraron o hicieron una demostración muy fuerte de su desprecio por la seguridad y el orden público pero principalmente con respecto a la autoridad de policía.
Lamentablemente debo aceptar, debo decir que esa intervención policial no estuvo a la altura de una que debía ser plenamente profesional, debido a que su estrategia y tácticas parecía que fueron sacadas del sombrero de un mal mago.
Esto lo digo por cuanto, en materia de control de disturbios en el primer escalón de disuasión o disuasivo, se tienen que emplear fuerzas especiales debidamente entrenadas, equipadas y sobre todo motivadas, pero lo que logramos ver fue, el emplazamiento por la cadena de mando del Ministerio de Seguridad Pública de fuerzas regulares protegidas únicamente, por un chaleco con características balísticas y su gorra.
Eso es muy lamentable por cuanto, en materia, eso puede producir la chispa que necesita ese combustible para estallar; creo que se colocó en riesgo innecesario la integridad física de personas inocentes, en este caso, policías que no necesariamente tenían que haber estado en esa primera línea de acción» – Minor Araya
La cita anterior, parte de una muy oportuna y completa nota informativa de Telenoticias (Álvaro Sánchez; noviembre 26) en la cual, fue hecha evidente una gran preocupación por el abordaje policial que el MSP aplica a los disturbios de noviembre 21. Se debía decir y se dijo por cuanto, se quiere y respeta a una gran institución, una que nace un 7 de noviembre de 1949 y, que a pesar de su longevidad, parece no aprender de su propia historia.
Los alborotadores no deben considerarse enemigos de la policía; la policía a través de su pericia, debe asegurar su protección a través del cumplimiento de tres objetivos fundamentales:
- Dispersar la muchedumbre.
- Neutralizar al delincuente.
- Recuperar el control del ambiente.
- Minimizar las lesiones en todos los actores.
En el pasado, las tácticas a utilizar para controlar los disturbios, eran sencillamente simplistas y deficientes. Se recuerdan a actores policiales regulares (agentes no especializados) que únicamente procuraban estar mejor armados que los manifestantes y, en donde, se formaba una línea frontal de ataque dirigida hacia un objetivo que, por lo general, consideraba su enemigo y lo atacaba sin control del uso de fuerza.
En la actualidad, las organizaciones policiales profesionales se procuran Unidades Especializadas en Control de Disturbios; una selección de personal de élite, bien entrenada, equipada y motivada que, a través de tácticas modernas, cumple con los objetivos requeridos tratando de disminuir la probabilidad de lesión en todas las partes en conflicto. Este moderno sistema de abordaje, hace de la integridad física del policía, un aspecto de alta prioridad de preservación.
El MSP debe saber que existen diferentes tipos de disturbios y que estos en términos generales, pueden describirse como un incendio. ¿Qué se requiere para iniciar un incendio? Entre otros posibles, dos elementos fundamentales: combustible y una chispa. El primero, por lo general, es acumulado en el tiempo; percepción de injusticia, antagonismo, maltrato, perjuicio, entre otros también posibles.
Cuando en este tipo de combustible, la ira y la frustración – como corriente alterna – se distinguen como elementos adicionales presentes en personas incapaces de transigir, el mando de la policía debe ser consciente de dos aspectos probables:
- 1. Ante la acumulación de combustible, casi cualquier cosa puede encender el indeseable fuego.
- Uno de esos iniciadores puede ser la conducta policial.
Sí, al igual que en Detroit (junio, 1943), Chicago (abril, 1968) y, Los Ángeles (abril, 1992), el abordaje policial fue fuertemente criticado y considerado como una de las chispas que iniciaron o fortalecieron aquellos terribles incendios (violentos disturbios).
Por ejemplo, el lenguaje utilizado por el negociador policial durante la fase de disuasión verbal es tan importante que, de carecer de preparación, de utilizar un «lenguaje igualado» e irrespetuoso, bastaría como ingenua chispa a la deflagración.
Muchos aspectos en común son los que comparten los disturbios relacionados con la UCR en 2018 y 2019:
- Previo al despliegue de la fase de disuasión física, la manifestación y el bloqueo de vías de tránsito público, sumaban muchas horas funcionando.
- El despliegue de la fase de disuasión física, se hace en horas nocturnas.
¿Porqué la Cadena de Mando del MSP espera tanto para agotar la fase de disuasión verbal, empleando la física en horas nocturnas, no convenientes al alcance de los objetivos naturales? ¿Será por presiones políticas externas, será por ignorancia o quizá hipocresía…?
¡Por Dios! me temo que el mando del MSP desconocía o bien obvió, el concepto central del manifestante violento: Sensación de Clandestinidad. ¡Decepcionante…! No obstante, con tantos años de experiencia y tan buenos maestros que se desempeñan en el MSP, es muy difícil y controversial señalar una puntual respuesta.
Si hay algo bueno que resaltar de las administraciones presidenciales de nuestro país, como un acierto en materia policial preventiva, fue la creación, en octubre de 1999, de la Unidad de Intervención Policial (UIP).
Esta unidad especializada en el control de disturbios en los años 2003, 2004 y 2005, fue considerada como la más destacada del MSP ¿Que ha sido de este componente policial tan importante…? porque me consta, ciertamente algo de lo mejor de esa importante cartera.
¿A qué se debió su ausencia en la estrategia utilizada por el MSP el pasado jueves 21 de noviembre, a pesar de que, al parecer estaba presente en el sitio…? ¿Será que la sombra, la influencia de aquel cruel recuerdo, hizo mella en la objetividad del mando policial? Vamos, recordemos aquel desconcertante discurso presidencial:
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“he recibido reportes del ingreso de policías al campus de la Universidad de Costa Rica luego de una persecución. He instruido para que se investigue lo sucedido para establecer responsabilidades. No permitiremos violaciones a la autonomía universitaria” – Carlos Alvarado
Ese 12 de septiembre de 2018, desafortunadamente, nuestro presidente dejaba clara duda sobre su conocimiento respecto al ya muy trillado concepto de Autonomía Universitaria (fuero especial e internacionalmente reconocido con el que cuentan las universidades públicas en su dimensión histórica, normativa, académica, pedagógica y administrativa). ¡Que tirada y sin tiros…!
Aquel concepto que sigue siendo confundido – a conveniencia – por algunos que quieren seguir ignorando las potestades de policía; esta «si puede entrar a los terrenos públicos de las universidades públicas, porque no existe ningún régimen de inmunidad territorial. La autonomía se refiere al autogobierno, administración y libertad de cátedra” Fabián Volio.
Cualquiera que fuera la causa, utilizar a fuerzas regulares con el objeto de retomar el control de ambientes bajo la total influencia de manifestantes violentos, armados y dispuestos a acabar con la vida de personas al servicio de la ley, es totalmente irresponsable, desproporcionado y por supuesto, criticable.
Objetivamente, se induce a la duda razonable con respecto a si el MSP tiene o no, siquiera recuerdo del conocimiento sobre el uso de gases pesados, municiones ML de impacto, menos aún, de conocimiento actual sobre sistemas de denegación activa ya que, ese jueves 21, no fue siquiera capaz de detener a aquellos que, se suponían al servicio de la seguridad física de aquella institución bajo cuestión, y aún así, obstaculizaron el cumplimiento de su deber como máximo responsable de la Seguridad Pública de Costa Rica . ¡Preocupante…!
Señor ministro de seguridad pública, Michael Soto Rojas, mi buen amigo. Usted tiene, sin duda alguna, la capacidad de buen discernir; evalúe la situación y ordene suministro de cuentas y corrección inmediata. Mañana puede ser tarde para la familia de un policía o bien, de un manifestante; toda vida es importante para la policía.
Un pensar dedicado, con mucho respeto y admiración, a aquellos que fueran nuestros amigos en la UIP, una unidad que en algún momento, solicitó ser entrenada por el Servicio Policial de Intervención Inmediata (SPII) del OIJ. La UIP, indudablemente llena de valor, experiencia y conocimientos que no deben ser subutilizados, menos aún, dando lugar a algún tipo de subterfugio.
Mi hermano policía, en este país como siempre, ha imperado el nadadito de perro y el guardar las apariencias; el primero por esos vicios inmutables de nuestra cultura, como lo son la improvisación y la mediocridad. El segundo. por el vicio del mal concebido pacifismo, que para la autoridad pública no es más que un escollo, y para delincuentes y alborotadores es una barricada contra el orden público, y una coraza contra la policía. Quiero hacer un breve repaso del equipo y el entrenamiento, con el que la Guardia Civil actuaba contra los revoltosos.
Como vos decís con todo tino, aquí las cosas se hacían antes al tarantantán; la policía (Guardia Civil), actuaba contra los alborotadores y gamberros que provocaban desórdenes en las vías públicas bajo el amparo ideológico de moda entonces, de una manera casi que amateur, por no encontrar otra manera de llamar a esa falta de entrenamiento especializado para actuar en casos de desórdenes públicos; aún recuerdo las manifestaciones contra ALCOA, a pesar de que entonces yo era apenas un escolar y luego en las postrimerías de la administración Oduber, otro alboroto violento cuyas raíces escapan a mi memoria, pero que fueron bien aprovechadas por la izquierda criolla, para entonces con cuadros adiestrados en tal menester, en la isla de Fidel. El equipamiento de la Guardia Civil consistía en un casco plástico con orejeras (tipo baseball), o en los cascos de acero tipo M1; máscaras de gas gringas fabricadas durante la 2a Guerra Mundial, y un bastón policial de madera o un ‘tolete’ de caucho macizo del tipo usado por la policía militar gringa (ahí tengo uno guardado); granadas de mano de gas lacrimógeno y unos cuantos lanzagranadas de gas, a los que aún se les da uso y se les conoce como ‘chuflai’, cuyo nombre en inglés es ‘riot gun’; sin olvidar los escudos de pvc. El entrenamiento antimotines era muy básico y rudimentario, a pesar de que algunos suboficiales y oficiales recibieron entrenamiento al respecto en Fuerte Amador (Panamá) y en Fort Benning. Hace unos quince años, se adquirió equipo moderno antimotines, incluyendo protectores de tórax y brazos, rodilleras, espinilleras, coderas y cascos con viceras completas, así como escudos modernos. Este equipo luego fue utilizado solamente por la recién creada Unidad de Intervención Policial (UIP), la cual recibió adiestramiento antimotines de parte de Carabineros de Chile. Esta unidad ha pasado por varios momentos en los cuales se ha visto ‘en alas de cucaracha’, por motivos ideológicos y presiones políticas y según me parece actualmente su empleo es solamente bajo orden presidencial.
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