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Minor Araya Salguero

Criminólogo – Exjefe OIJ


Definitivamente, no todo policía es necesariamente un buen policía; una condición tal vez ingrata tanto como normal. Es por esto que bajo riesgo de arresto, reprochable no estaría, cruzar los dedos para no perder algo más que la libertad.

«Cuatro oficiales de Minneapolis son despedidos después de que el video muestra a uno arrodillado sobre el cuello de un hombre negro que luego murió» esto titulaba el diario The Washington Post el pasado 26 de mayo, en alusión a los hechos que marcaron el día anterior, en mi criterio, como uno vergonzoso para toda la comunidad policial del mundo.

Dos policías de Minneapolis se acercaron a un vehículo estacionado en la cuadra 3700 de Chicago Avenue South alrededor de las 8 pm del lunes 25. Sin que mediara resistencia física aparente, el conductor del vehículo George Floyd, 46, fue extraído y esposado (manos atrás).

El ¿Por qué…? lo define Billy Abumayyaleh, cuyo hijo (un adolescente) «confrontó al hombre por un billete falso de $ 20» antes de que se contactara a la policía. Incluso, según The Post, Abumayyaleh afirmó que su hijo intentó intervenir cuando el oficial puso su rodilla en el cuello de Floyd, pero fue detenido por otro oficial, quien lo empujó.

El incidente se desarrolla fuera del mercado de Cup Foods; habían varios transeúntes que, como Darnella Frazier, se convirtieron en testigos presenciales al grabar el encuentro policial con Floyd: “Los policías … lo estaban agarrando por el cuello y estaba llorando. … No estaban tratando de tomarlo en serio «. ¡Increíble, hasta los transeúntes apreciaban que algo no estaba correcto en las técnicas policiales aplicadas.

Y es que, según las imágenes de varias cámaras de circuito cerrado de televisión en adición con las propias de algunos móviles personales, sin que mediara agresión contra la policía, los agentes lanzan al sospechoso sobre el pavimento, debidamente esposado, boca abajo y como si fuera poco, sobre su cuello se coloca el peso corporal de uno de de ellos; rodilla en cuello.

«¿Vas a sentarte allí con tu rodilla en su cuello?»  «¡Hermano, ni siquiera se está moviendo, fuera de su cuello!» Gritaba uno de varios espectadores. Es evidente, guardando las distancias con aquellos cuyo léxico se suele centrar en «Papi ta grabao…» el transeúnte puede ser muy útil contra lo que pudiera calificarse de Brutalidad Policial. Incluso del error, no está exento ningún agente que sirva a la Ley.


«Por favor, no puedo respirar. Me duele el estómago, Me duele el cuello, Me duele todo. Ellos van a matarme» – George Floyd


Por desgracia, después de varios minutos (aproximadamente cinco) de rogar por su vida, irónicamente a aquellos que se supone debían protegerlo y servirlo, ese hombre, de tez negra, George Floyd, deja de respirar muriendo, según CNN, poco después en un hospital local.

El alcalde de la ciudad Jacob Frey dijo que la técnica utilizada para sujetar la cabeza de George Floyd contra el suelo iba en contra de las regulaciones del departamento. Los cuatro agentes, sorprendentemente – no es usual – fueron despedidos del Departamento de Policía de Minneapolis.

Derek Chauvin, el oficial de policía que pretendió aplastar el cuello de George fue detenido el viernes 29 y, curioso o no, su arresto se produce, según ABC News, luego que la concejal Andrea Jenkins, afirmara que Floyd y el agente habrían trabajado en El Nuevo Rodeo, un restaurante mexicano de la ciudad. «Ambos fueron agentes de seguridad del restaurante (…) Fueron compañeros de trabajo durante mucho tiempo». Parece que esto, «traía cola…»

Ahora bien, ¿Qué se opina al respecto…?

Lo resumo: Un muy probable abuso de autoridad que conduce a la muerte de un hombre indefenso. Homicidio, sobre este tipo penal también, muy probablemente, se fundamente la también, eventual acusación. Y, ¿Por qué resalto «eventual acusación»? Esto (desempeños policiales comprometidos) no es, desafortunadamente, cosa nueva en ese grande y bello país norteamericano. Veamos…

Un 24 de marzo de 2011, el personal del hospital de Madill, Oklahoma, llamó a la policía, pidiendo ayuda para administrarle una inyección a Johnny Leija y así calmarlo. Las cámaras de seguridad capturaron gran parte del encuentro que siguió: Leija sufrió una experiencia de sometimiento similar a la experimentada por Floyd pero tal vez peor; de previo al colapso por soportar el peso corporal de uno de los policías, éste fue objeto de electrochoques producto de un arma eléctrica.

El personal médico se pone al lado de Leija y comienza un esfuerzo inútil por resucitarlo. La Oficina del Examinador Médico Jefe de Oklahoma determinó que Leija, con sus pulmones ya comprometidos por la neumonía, no tenía oxígeno en su lucha con la policía y murió de «insuficiencia respiratoria». Leija no era un criminal, él estaba enfermo y asustado. Parece que el sentido común, no fue invitado a la aplicación de las maniobras policiales.

Según Reuters, los deudos hicieron lo posible en materia penal para reclamar justicia «Pero casi de inmediato, su caso chocó con un obstáculo formidable: una doctrina legal poco conocida llamada inmunidad calificada. ¿Qué es esto…?

Esta especial condición, creada hace más de 50 años por la Corte Suprema de los Estados Unidos está destinada a proteger a los empleados del gobierno de litigios frívolos. Sin embargo, en los últimos años, se ha convertido, según ese medio de comunicación, «…en un escudo altamente efectivo en miles de demandas que buscan responsabilizar a los policías cuando son acusados ​​de usar fuerza excesiva (…) Incluso cuando los tribunales encuentran que la policía usó demasiada fuerza, a menudo otorgan inmunidad.».

¿Qué se piensa sobre la técnica de inmovilización utilizada…?

Es una propia del área Tecnicas de Arresto Policiales: PCC, para ser más exacto. En efecto, está puede ser aplicada mediante varios métodos (que obviamente no debo mencionar), uno de estos, Rodilla al Cuello.

¿Es tan letal esa técnica…? Evidentemente sí, puede producir la muerte. Al ejercer presión sobre la arteria carótida, el cuerpo reacciona como si se tratara de un pico de presión arterial (se ensanchan los vasos sanguíneos como mecanismo de autodefensa) siendo que, al bajar de forma súbita la presión arterial, se pierde el conocimiento (desmayo).

Mayor riesgo de muerte enfrentarían aquellas personas con enfermedades cardíacas y respiratorias. Según la colocación de la rodilla y la del cuello, se puede producir su fractura (cuello) y con esto, hasta la muerte.

¿Esa técnica ha sido o bien, es utilizada por policías en Costa Rica…? Si ha sido utilizada en nuestro país y probablemente lo es actualmente. Por fortuna, esas aplicaciones de fuerza no han causado daño letal alguno, quizá por la forma y espacio temporal aplicados. Entre los años 2018 y 2019, fue la última vez que la percibí en acción a través, claro está, de los noticieros nacionales.

Yo utilicé esta técnica hasta que aprendí del FBI – hace unos 20 años – sobre el alto riesgo de lesión letal que esta puede provocar bajo ciertas condiciones. Para ese entonces, en Norteamérica ya se registraban casos confirmados de grave lesión, incidentes que promovieron la atención inmediata de la comunidad policial; la regulación fue el inmediato resultado.

Algunos departamentos de policía, debo aclarar, como el de New York, prohibieron técnicas de estrangulamiento desde 1993. Es sencillo, el riesgo de muerte por asfixia es alto, esencialmente cuando no se aplica correctamente la técnica como herramienta estrictamente necesaria.

¿Debería regularse el uso policial de esta técnica en Costa Rica…?

Ignoro si formal y explícitamente lo está en alguna de nuestras policías; no obstante, ante una eventual inexistencia de regulación, una inmediata acción de revisión ya que, si bien su uso bajo condición de pelea es perfectamente factible – en razón de legítima defensa policial – bajo condición no agresiva en donde, el sospechoso no opone resistencia o bien, ya deja de ser una amenaza potencial, esta técnica debe ser absolutamente prohibida.


«No puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar, no puedo respirar» – Eric Garner


Antes de morir asfixiado, once veces Eric dijo: «I can’t breathe» («No puedo respirar»)

 A Garner, 43, (afroamericano) le fue quitada la vida en New York, en 2014; durante su arresto, uno de varios policías (Daniel Pantaleo) también, aplicó una técnica de presión con fuerza desproporcionada en el cuello de un hombre, uno que vendía cigarros sin impuestos en vía pública.

Según apunta USA today «El oficial de policía blanco de la ciudad de Nueva York cuyo estrangulamiento provocó la muerte de un hombre negro desarmado fue demandado tres veces por presuntamente violar los derechos constitucionales de otros negros que él y otros policías arrestaron.». ¿Racismo…? Muchos elementos inducen a que un pensamiento torcido, ha sido y es el ingrediente principal en este tipo de vergonzosas desgracias.

Y, con respecto a la detención (arresto), como tal… ¿Qué se puede aportar?

La detención de un sospechoso está marcada por todo un proceso. Este puede ser sencillo tanto como muy complejo; su complejidad depende de la capacidad policial y la conducta del sospechoso. Lograr amarrar (esposar) es lograr una inmovilización parcial que ofrece per se, cierta seguridad al agente tanto como al sospechoso.

La conducta policial debe bajar su nivel de violencia al lograr el esposamiento. La violencia deja de ser útil al alcance del control; este se ha obtenido parcialmente. El control, lograda la parcial inmovilización, debe absorber la violencia antes ejercida y hacer de la fuerza y el sentido común, sus más fuertes pilares para retener la supervivencia policial.

Por esto y más, muchos quieren ser policías pero no todos pueden o deben serlo. El policía no dispara al que su cara escupe, él no escupe al que le escupe. Su fortaleza es más dura que el acero, su paciencia casi inagotable siendo su perseverancia una envidiable constante. Sí, por la delicadeza de su trabajo, puede pecar por comisión tanto que por omisión.

Hoy, la linda ciudad de Minneapolis cumple seis días de experimentar caos. Sus ciudadanos muy indignados, se lanzan a las calles demostrando, entre otras cosas, un enorme resentimiento contra las autoridades en general y, hasta odio por las fuerzas policiales. Todo gracias a que uno de cuatro agentes, que se supone, deben servir y proteger a todos por igual, mató sin piedad a uno de sus ciudadanos mientras sus compañeros «policías» pasivamente lo permitían.


El policía debe respetar la ley para luego exigir a otros lo mismo. El policía debe ser imparcial y objetivo con sus apreciaciones tanto como con sus acciones.


El oficial de policía debe ser consciente que no siempre va a ganar toda contienda al criminal, que cuando se pierde, lo que debe exigirse a sí mismo, es una autoevaluación que a la larga, provoque una mejora integral, una que mejor le prepare para el siguiente y quizás inminente encuentro.

Hoy, sin duda alguna, muchísimos agentes de policía alrededor del mundo, sienten vergüenza ajena y mucho pesar al ver que tan fácil como desagradable, cuatro de su enorme comunidad, incurren en el que pudiera calificarse como cobarde delito uno que, abierta y desvergonzadamente pisotea, no solo aquellos fundamentos más elementales del concepto Policía, peor aún, también destruye el debido respeto por la dignidad humana.

Pero, que lo anteriormente expuesto no facilite pecar por generalizar que, esa gran nación llamada Estados Unidos de América tiene la gran fortuna de contar con una comunidad policial (hombres y mujeres) excepcional, una de extraordinario nivel profesional.