Rocío Solís Gamboa
Especialista en Niñez y Adolescencia


Recientemente celebramos el Día del Padre, muchos recibieron felicitaciones, mensajes y llamadas donde les expresaban agradecimiento y cariño.  En la radio sonó constantemente la canción de Piero que nos llena de nostalgia y nos eriza la piel: “Viejo mi querido viejo, ahora ya camina lento, como perdonando al tiempo”.

A los papás no solo se les debe dignificar el tercer domingo de junio, sino los 365 días del año. La figura paterna es de gran importancia para los hijos; muchos hombres han asumido su paternidad de forma intensa, poniendo como prioridad a sus retoños y van más allá de ser un proveedor, porque les dan acompañamiento en el desarrollo emocional y educativo.

Exaltemos esa paternidad responsable que realizan día a día miles de hombres. Debemos rendir homenaje a esta figura positiva, valorar más dicha labor y quitar esa etiqueta negativa que ha deteriorado su imagen, haciendo parecer que todos o la mayoría de papás son irresponsables. Claro que los hay, pero no podemos seguir generalizando y mancillando esta pieza fundamental de la familia.

Otra situación que debemos tomar en cuenta es que, hay quienes no ejercen su paternidad como debe ser, porque no los dejan. Para nadie es un secreto que existen mujeres que han hecho de la maternidad un negocio y solo se interesan en recibir una pensión, pero no permiten que sus hijos vean y reciban el amor de una figura paterna.

Amparadas en la Ley Contra la Violencia Doméstica, algunas solicitan medidas de protección, alegando en ocasiones hechos falsos, con el único fin de mantener alejado al padre. Lamentablemente, esto perjudica al papá, al o los hijos y distrae a las autoridades, impidiendo que actúen con eficacia, en aquellos casos en que verdaderamente una mujer corre peligro.

Cuando hablamos de equidad de género, debemos dejar de lado esa visión extremista y pensar que para que sea una realidad, las acciones deben darse en los dos sentidos y no solo favorecerlas a ellas en perjuicio de ellos.