Hoy, muchos costarricenses escriben en las redes sociales mensajes de apoyo hacia el ciudadano que tomó la justicia en sus manos y, en medio de su enojo, mató a golpes a un presunto ladrón.
Es la respuesta, si se quiere, a la frustración de una ciudadanía cansada de un sistema de justicia que actúa sin una mano firme contra el delincuente. Sin embargo, esa decisión es prohibida, ilícita, ilegal, antijurídica o como usted la quiera llamar.
Tomar la justicia en sus manos pone en riesgo no solo la integridad del criminal, sino también el futuro de quienes buscan aplicar el castigo.
Esa decisión –aplaudida por muchos- es completamente anómala porque quebranta el sistema de justicia y sus respectivas institciones (para muchos incompetentes) que están en la obligación de atender y resolver los conflictos.
Cuando una o varias personas deciden tomar la justicia en su manos se presenta una grave situación: la ausencia de proporcionalidad entre el delito cometido y el castigo que recibe, por parte de los ciudadanos, el delicuente.
El caso vivido en Naranjo, Alajuela, es un claro ejemplo. Una persona murió a golpes por, aparentemente, robar un teléfono celular. ¿Valdrá la pena segar una vida para recompensar ese daño?
La ausencia de un dialogo sin violencia para resolver esa disputa es un disparador que, en segundos, convierte a la víctima en victimario y sea, a partir de ese momento, en acusado.
La gran cantidad de robos, asaltos, homicidios y demás actos criminales que sacuden el país -muchos impunes- tienen un resultado nefasto para la sociedad. Se genera una indignación colectiva que lanza, en estampida, ataques desenfrenados contra quien violente las leyes. Se acabó la tolerancia debido a la ausencia de sanciones ejemplarizantes.
Es sabido que la violencia genera violencia. Lo suscitado en Costa Rica es un reflejo de ello, pues el caso de Naranjo no es aislado, pues este año en Liberia murió otro delincuente en circunstancias similares y en Cartago, un grupo de vecinos le amputó la mano a un ladrón.
Los estudiosos del tema han determinado que quienes toman la justicia en sus manos han llegado a desconfiar del aparato de justicia por la ausencia de castigos. Es por ello que ante la tramitología de la denuncia, el largo proceso judicial y, muy posiblemente, liberación del sospechoso, muchos han preferido asumir el rol de juez y castigar.
Pero hay que tener muchísimo cuidado, pues esa acción tiene repercusiones negativas para esos “jueces del pueblo” debido a que la justicia también los perseguirá por violentar las normas de la sociedad, sin importar que determinada acción haya sido contra una persona que antes cometió un delito.
En buena teoría, la ley no hace distinciones y caerá por igual ante quien la infrinja. Antes de tomar la justicia en sus manos, piense en su futuro.
Nuevamente la pregunta: ¿Valdrá la pena ir a la cárcel por culpa de un delincuente? No!
Lamentablemente el estado costarricense ha venido adoleciendo de seguridad ciudadana y también de justicia pronta y cumplida. los Jefes de familia tienen que actuar de alguna manera; y muchas veces con exceso para proteger a sus seres queridos y sus bienes materiales. No hay presencia policial preventiva en el GAM. No hay garantía de una justicia adecuada ni penas ejemplarizantes. Por el contrario los dos gobiernos más recientes han equivocado sus teoría de adaptación social liberando a los delincuentes incorregibles. Excesivos derechos para indocumentados. La población civil está en manos de la delincuencia a cualquier nivel. Ya no hay confianza en nada que represente autoridad. La víctima ya llegó al tope.
La ley no esta cayendo en partes iguales como dice el comentario, un ladrón roba o asalta las veces que quiera y sigue libre como si nada, si golpea, deja inválido al delincuente o lo mata uno si va a la cárcel, entonaces como es?
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