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  • En su red social publicó que tiene un doctorado

Redacción – Algo similar a su trabajo en Costa Rica, además de ordenarse en la Iglesia Católica, era lo que hacía el exsacerdote Mauricio Víquez en México mientras huía de la justicia al ser acusado, por cuatro personas, de abusos sexual contra menores de edad.

Desde una red social donde se identificaba con su segundo nombre, Antonio, y con su edad real, 54 años,ofrecía el servicio de asesoría para construcción y desarrollo de tesis.

Todo esto fue un móvil encontrado en dos perfiles para determinar el paradero de Víquez, quien también agregó a su perfil el dato de que posee un doctorado, otro que coincide con la realidad.

“Las IP’s con que se abrieron las cuentas estaban en México. Hicimos contacto directo con la sección de delitos electrónicos de la Policía Federal mexicana. A partir de los datos, se obtuvo conocimiento certero de que quien estaba usando la red era Mauricio Víquez Lizano”, explicó el director de la policía judicial, Wálter Espinoza.


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Además, el exreligioso publicó el fallecimiento de su tío, dato trascendental para el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) pues lograron confirmar el dato mediante el Registro Civil de Costa Rica: la muerte de un familiar cercano el pasado 18 de abril.

A raíz de esto, las autoridades mexicanas lograron dar la ubicación de Víquez tras investigar un número telefónico brindado por el OIJ.

El exsacerdote fue capturado a eso de la 1:30 de la madrugada del domingo anterior en el sector de Santo Domingo, de San Nicolás de los Garza, Nuevo León.

Abusos sexuales en investigación

A Víquez se le acusa, específicamente, por los delitos de abuso sexual, violación calificada y corrupción agravada. Según las denuncias, los hechos habrían ocurrido entre julio y setiembre del año 2003, cuando un niño de 11 años laboraba en la Iglesia de Patarrá. Ahí, habría sido abusado sexualmente por el imputado.

Adicional a esto, Anthony Venegas y Michael Rodríguez, quienes afirman que fueron abusados cuando tenían entre 16 y 17 años, denunciaron que el entonces cura, aparentemente, los incluía en «masturbaciones colectivas», alquilaba películas y presuntamente hacía que ellos lo masturbaran.

Según Venegas, Víquez trataba de normalizar los abusos; los invitaba a comer no solo a ellos, sino a otros menores más.

Asimismo, indicaron las víctimas, les preguntaba en reiteradas ocasiones sobre su pubertad y lo cambios que iban experimentando.