Redacción- Pokémon Go se ha apropiado de nuestras mentes y corazones y está cambiando no solo la manera en que jugamos, sino también la manera en que nos relacionamos con nuestros semejantes.

Desde gente cazando pokemones en el Museo del Holocausto, hasta cientos de personas intentando conquistar la Casa Blanca (porque es un Pokegym), pareciera que nuestro mundo está siendo remodelado por Nintendo.

Algo similar le pasó a Emilio, un taxista de 29 años de Minatitlán, Veracruz. Después de 10 años en el trabajo, más bien que conoce cada rincón de la ciudad y te puede llevar ahí en un santiamén.

Su amigo José Antonio se subió a su taxi y le pidió que lo llevara a la Capilla de la Virgen de la Candelaria, a pesar de que él nunca concurre a misa. Entonces, Emilio le preguntó por qué quería ir ahí.»Es que hay un Pokémon», le contestó.

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Emilio no entendía nada, pero José Antonio le explicó que era el juego y como funcionaba. Luego, charlando con su familia, estos le comentaron que podía sacar provecho de esta situación y ofrecer sus servicios como cazador de Pokémon. La idea no le desagradó y rápidamente puso el proyecto en marcha.

Armó un cartel con una imagen del juego y en Facebook le comentaron que se uniese al grupo «Pokemon-Go Liga Coatza-Mina y alrededores». Apenas lo subió comenzó a recibir comentarios de que era una buena idea.

El anuncio dice: «Taxi seguro. Te llevo a buscar tus pokemones por 130 pesos (7 dólares) la primera hora y a partir de la segunda 100 (5,4 dólares). Contrataciones por whats».

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De pronto se convirtió en un exitazo en las redes sociales. Uno de los posts ha sido compartido 719 veces y tiene miles de «me gusta». Algunos pensaron que se trataba de una broma, pero otros se lo han tomado muy en serio.

Sus clientes le han pegado una calcomanía de pokebola para pegarla en el carro y darle una apariencia más «oficial». Los viajes han sido contratados por adolescentes de entre 13 y 15 años que viajan solos.

«Solo me piden que vaya despacio. Tengo que ir a menos de 20 kilómetros por hora para que el juego les cuente la distancia o que sé yo. Yo la verdad no entiendo mucho de su juego pero me piden que vaya despacio y luego me detenga. Entonces se bajan y caminan, no sé que rollo con su celular y luego se vuelven a subir y seguir despacio con el taxi», cuenta Emilio.#AMPrensa