Minor Araya Salguero

Criminólogo – Exjefe OIJ – Especialista SWAT


«Violento asalto a supermercado deja un policía fallecido en Santa Bárbara de Heredia»

El anterior, el título de La Nación en una nota que, para nuestra desgracia, vislumbraba la pérdida de otro de nuestros oficiales de policía. Los hechos de aquel violento miércoles 22 de diciembre, hacen que nuestra memoria no olvide a Juan Rodolfo  Chavarría Paniagua, de 61 años y 27 años de servicio.

Y, como casi siempre, el estribillo se repite: «Ministerio de Seguridad Pública lamenta la muerte de policía…» (MSP). Este (discurso) navega para allá y para acá, se utiliza hoy y se guarda para mañana. Parece que poco o nada, se hace a efecto de evitar repetir tan indeseables palabras.

De igual forma, como es usual, la réplica del alto mando, de los responsables de la estrategia policial, siempre acusan, responsabilizando en un cien por ciento al criminal de la desgracia cuando, en realidad, se está tratando de desestabilizar – adrede o no – a esa fina balanza sobre la que pesa, la estricta y cierta, por compartida, responsabilidad.

Gracias al magnífico trabajo periodístico de Gustavo Diaz (Noticias Repretel), el pasado jueves 13 de enero, se evidencia la muy peculiar «huida del homicida de policía de Santa Barbara de Heredia» y mucho más…

En esa importante nota informativa, se aprecia, entre otros importantes aspectos, lo siguiente:

1.- Un valiente policía ingresa solo a un gran local comercial, uno tomado por cuatro violentos asaltantes. Personalmente, lamento muchísimo que a estos buenos oficiales, sus jefes nunca les mencionaron el término «Superioridad Numérica». ¡Nunca es tarde, arreglen su casa y eviten más muertes en sus valiosas filas!

2.- Un policía, que pese a su encomiable determinación, ingresa a un edificio tomado por cuatro criminales, empuñando su arma de fuego (al parecer un anticuado revólver) no por su empuñadura, lo hace empuñando el cañón del artefacto. ¡Un suicidio policial! Se hace casi impensable la mecánica de este triste hecho; es como, tratar de defenderse con un puñal, empuñando su afilada hoja.

3.- Policías que nunca supieron administrar el concepto técnico «Contención de la Amenaza». Al aparente homicida, entre otros que se encontraban en la edificación, le permiten salir de esta «a la libre» y escapar de la escena con «palmadita en el hombro» y por poco, «besito en mejilla». ¡Un inexplicable por peligroso e ingenuo, yerro policial! Debido a este, el riesgo de impunidad es muy fuerte y vigente en tan indeseable pérdida humana.

4.- Un desconocimiento abismal por parte de nuestros valientes policías, de como abordar una escena que, en teoría de crisis, es una de alto riesgo, por estar su ambiente en rápido deterioro. Bajo este concepto, cualquier desgracia puede pasar en cualquier momento, perjudicando a cualquiera. Vaya problema ¡Se percibe una preparación policial, incluso básica, inexistente!

5.- Como un desempeño policial, en donde el valor de los agentes participantes es un innegable ingrediente, debido a una flácida y paupérrima preparación técnica y táctica, lejos de emular a aquellos de Comedy Capers, esos desequilibrados actos, hasta promueven la peor de las desgracias; esa, que termina con la vida de un veterano defensor de la ley.

6.- Otros tipos de errores, de esos que pueden terminar con sanciones administrativas y penales que bien, hasta con el «arroz y los frijoles», pueden terminar. Como dijo alguna vez un excelente sucesero nacional: «mejor me callo»

Ahora bien, pasamos página y nos trasladamos a enero 19, 2022 en donde, en los alrededores de la Iglesia La Merced, San José, fuerzas regulares de nuestra Fuerza Pública (FP) y de la Policía Municipal de San José (PMSJ) se enfrascan en una balacera – afirmaría yo – contra un sospechoso armado y un automóvil. Suena raro ¿cierto…? El siguiente, un extracto de la extensa y muy confusa justificación que, el Ministerio de Seguridad Pública (MSP), ofreciera al importante medio, Telenoticias, el pasado 20 de enero:


«Tampoco todos esos disparos fueron contra la integridad de la persona que pierde la vida (…) normalmente, no es recomendable disparar a las llantas, ahora eso depende mucho de la distancia, de la velocidad del vehículo, depende de la velocidad que lleve el vehículo y si va en movimiento no es recomendable. Bajo estas circunstancias todo indica que resulta efectivo porque las cuatro llantas del vehículo fueron desinfladas, recibieron impactos y eso no le permitió a la persona salir de la zona con más rapidez; sin embargo, es algo que nosotros, en principio, no recomendamos pero bajo ciertas circunstancias como en este caso pues, resultó efectivo, no hubo más personas lesionadas, eso no quiere decir que no se haya dado algún error en el procedimiento, vamos a revisar al detalle desde el punto de vista técnico (…) En términos generales yo rescato que fue rápida efectiva [la intervención policial], se logró rescatar a la persona, se logró neutralizar la amenaza y de una manera racional, no hubo un exceso de la fuerza contra la integridad física (…) estamos hablando de un escenario que al principio inicia con un intento de suicidio o autoeliminacion y rápidamente pasa a una situación de rehenes y después de la situación de rehenes pasa a una persona violenta recién armada que está transitando por el centro de la ciudad…» – Daniel Calderón


«Según confirmó el director de la Policía Municipal, Marcelo Solano, el fallecido estaba armado y discutía con el otro hombre, por lo que se alertó a las autoridades» (AMPrensa). Palabras que demuestran «colmillo policial» por ser precavidas y creo, más acomodadas  con la realidad.

Don Daniel Calderón: «La actuación fue rápida, efectiva. Se logró rescatar a la persona y se logró neutralizar la amenaza» (Diario Extra).

Esta, la mayor justificación de nuestro Director de Fuerza Pública. «rescatar a la persona» estará Don Daniel, refiriendo al padre del sospechoso, uno que sí, siendo asistido por un policía, sale del vehículo y de igual forma, por su propia voluntad luego regresa a este para accionar el freno manual del automotor, también «a la libre». Esa persona, ciertamente no parecía ser una considerada como rehén. ¡Precaución al leer el enredo que algunos podrían querer hacer ante la opinión pública!

¿Cómo así, estimado lector…? ¿Patadas de ahogado…? Mejor, el beneficio de la duda. No sea tan extremadamente desconfiado… ¿O mejor serlo…?

De hecho, La Nación recoge la narrativa que en torno a los hechos, hace Johnny Fernández Moreno, padre del joven que murió en el tiroteo con la Policía, así es, Don Johnny es esa «persona» que, según el director de la Fuerza Pública, fue «rescatada».


“Ahí lo que hubo fue brutalidad policial, abuso de autoridad” “Estos policías dicen que mi hijo me estaba secuestrando, pero yo fui quien paré para decirle a uno de ellos: ‘Mirá, ¿puedes intervenir aquí?, porque tengo una discusión con mi hijo y parece que no concordamos’. “Jamás estaba siendo amenazado, él era el tipo más cariñoso conmigo y nos llevábamos de maravilla…» – Fernández Moreno


Ciertamente, por lo que se observa y lee en medios de comunicación, el término técnico «Toma de Rehén» pareciera que también, para nada se acopla a este interesante caso por tanto, «declaraciones estrella» como «rescatar a la persona» simplemente, parece se caen por su propio peso haciéndoles «declaraciones colicionadas».

Pero ¿Qué se desprende del análisis de este más reciente caso…? Vamos, siga leyendo por favor que esto, cada vez se pone más bueno…

1.- Un vehículo con dos ocupantes; uno de estos, con aparente inclinación suicida con el apoyo de una arma de fuego. Según manifestación del único acompañante del sospechoso, nadie está tomado como rehén. Como dicen en la actualidad, algunos: «super» interesante.

2.- Fuerzas regulares de dos policías administrativas se encuentran, FP y la PMSJ. Estas atienden como primera y única línea, la delicada escena en donde, el liderazgo policial efectivo me temo, es inexistente. La administración de una escena como la aquí bajo cuestión (una que en apariencia no se transforma, por lo que, yo la encuadraria como Atrincheramiento de Persona Armada, con Alcance Letal Extendido) sin un liderazgo apto a las frágiles circunstancias, puede, perfectamente, promover el homicidio y el suicidio policial.

Jóvenes policías, sigan leyendo y con esto, sigan aprendiendo que hoy el aprendizaje es gratuito y todo esto, es persiguiendo su propio bienestar profesional y sobre todo, personal.


«Un policía que no estudia y aprende de los asuntos de su materia, es como un investigador judicial sin informantes»


3.- Por su desempeño de campo, se demuestra un alto y peligroso desconocimiento, de aquellos principios básicos que dan contorno al término Gerencia de Crisis. Entre otros, inconcebiblemente, no se aísla ni contiene la amenaza.

Paso a explicar, al menos superficialmente:

A.- Ante un tipo de fenómeno criminal, como el que nos ocupa, se debe evacuar a personas inocentes (transeúntes) del daño letal eventual que, potencialmente, pueda producir la amenaza. Se debe disponer el cierre obligado y controlado de locales comerciales que pudieran servir de posible ulterior trinchera a la amenaza. Todo esto, es prioridad policial en la escena ¿a efecto de qué…? Evitar un daño mayor al obstaculizar la transformación eventual y factible de la secuencia ya conocida del delito.

B.- Se debe contener la amenaza, y esto (Don Daniel) no es precisamente bloquear el vehículo involucrado con vehículos policiales cuyas características deben ser necesariamente blindadas y con una técnica de bloqueo «bumper to bumper», No señor Director, asi no es la cosa. A veces, cuando se desconoce de un tema, el silencio es nuestro mejor aliado. Lo digo, con la mayor de las consideraciones y así, evitar que enreden las cosas, aún más de lo que ya de hecho están.

Cuando se contiene la amenaza, cada movimiento debe hacerse tratando de preservar la vida de policías e inocentes. Se deben identificar las «avenidas de aproximación» (¿saben nuestras máximas autoridades de policía, que son estas…? Yo no me atrevería a decir que no ¿o debería atreverme…?) y bloquear estas a efecto de obstaculizar cualquier desplazamiento del automotor y, de sus ocupantes.

Considerando el potencial de la amenaza, el entorno y las capacidades policiales, esas avenidas de aproximación deben, necesariamente, ser bloqueadas haciendo y produciendo, el perímetro más cercano y prudente posible en beneficio de la supervivencia policíal y, la protección de vidas inocentes.

4.- Evidentemente, en esa administración de la escena, entre otros muy importantes fundamentos que adrede omito, el aislamiento y la contención, brillaron por su ausencia ¿Porqué…? Muy posiblemente, por ignorancia policial o algo no menos peor, una terrible negligencia en la cadena de mando. ¡Muy preocupante! se le permite a la amenaza, esparcir su temible efecto, luego de estar supuestamente «controlado», por unos 300 metros adicionales de terreno poblado. ¡Oh por Dios!

Vamos, no desmaye, sé que algunos vomitando están pero otros, si ustedes, me refiero a los que conocen la humildad y son amigos del buen aprendizaje en materia policial, lo están disfrutando ¿cierto…? Sigan leyendo amigas y amigos.

5.- Realmente, aún no se tiene certeza de si se dio un intercambio de disparos, incluso, si la escena del crimen no fue, de alguna manera, posteriormente alterada… estos particulares de seguro serán tratados y esclarecidos por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Esperamos que todo esté, en orden y de acuerdo con la realidad de los eventos y márgenes de Ley.

6.- Mil y un disparos policiales y, únicamente tres de estos hieren en el pecho al sospechoso. Eso sí, «mataron a la carrocería y llantas del automotor» algo que, si bien entre titubeos, el Director de Fuerza Pública, aprueba ante Telenoticias, para Don Daniel, no se recomienda disparar a las llantas de ningún vehículo pero, como en el caso de marras, por gracia divina, no se produjo ningún herido o muerto por un estúpido rebote de una bala, la estupidez técnica de disparo si que es válida para este curioso y permisivo desempeño policial. Tomen nota, estimados policías de FP, tomen nota:

El policía – considerando el discurso del Director de la Fuerza Pública – puede disparar a la integridad estructural de un vehículo sospechoso, uno que se ubica en medio de una área muy concurrida, eso sí, si nadie resulta con lesión debido a esas rápidas y letales balas; de lo contrario, no es permitido y asumirá el policía responsable, cualquier tipo de responsabilidad ulterior. ¡Valgame Dios…! ¿Acaso, desesperación…? Utilizado el léxico propio de nuestra Fuerza Pública: ¡Mucho cuidado con el mensaje que se da a la tropa!

7.- Policías que, de igual forma, parece que desconocen el término «Sectores de Fuego». No sé, aún no me explico, como el Fratricidio no se consumó en este exitoso – al menos para las autoridades del MSP – caso. Agentes alrededor de un vehículo, en un radio de unos 3 a 7 metros, disparan con sus armas cortas sin percatarse de las consecuencias de sus actos. Un policía, al parecer, herido en el cuello ¡Un desempeño policial milagroso!

8.- Con alto interés y, hasta intriga, Arlyn, una profesional en periodismo de La Nación me preguntaba ayer: ¿Y, Don Minor, porqué todos disparan, porqué tanto policía dispara casi al mismo tiempo y, estando alrededor del vehículo, parece muy peligroso…? Ya lo vimos, no se mataron entre ellos (los policías) y mataron a inocentes, por milagro divino y, ¿que lo origina, qué origina esa secuencia abrumadora de disparos? El miedo y la ignorancia son los ingredientes siempre presentes en el Efecto Espejo del Disparo; ¡Yo disparo, porque mi compañero dispara. Yo disparé, porque mi compañero disparó…!

Como bien decía Don Carlos Luis Araya Arias: «Que tirada y sin tiros» ¿Tan mal estamos, que nunca aprendemos de nuestros errores policiales?


«Yo a don Minor no lo conozco personalmente. Respeto su opinión, pero él no conoce cuál es el entrenamiento que reciben nuestros policías, no sabe qué se incluye en el curso básico, ni los cursos de reentrenamiento que hemos estado dando. Él puede analizar el procedimiento como tal y desde su conocimiento policial hacer una valoración, pero para hacer una afirmación sobre el entrenamiento que recibe la policía tiene que hacerlo desde el conocimiento. Él hace muchos años que no está relacionado con el ámbito policial y no sabe qué tipo de acciones se han desarrollado en esa materia.» – Daniel Calderón, para Diario Extra


Pero vea lo siguiente respetable lector que, para un buen entendedor, pocas palabras:

1.- Inducción policial.

2.- La disciplina y cortesía policial.

3.- Orden Cerrado.

4.- Técnicas de intervención policial.

5.- Defensa Personal.

6.- Procedimientos policiales en áreas de riesgo.

7.- Criminalistica.

8.- Comuniciones Policiales.

9.- Primeros auxilios.

10.- Ubicaciones urbanas.

11.- Lucha anti drogas.

12.- Regulación vial policial.

13.- Elaboración de documentos policiales.

14.- Manipulación de armas de fuego.

15.- Mantenimiento y restablecimiento del orden público.

16.- Patrullaje en zonas urbanas.

17.- Policía de proximidad y seguridad comunitaria.

18.- Estrategia del servicio de policía.

19.- Acondicionamiento físico.

20.- Fundamentos legales básicos de actuación policial.

21.- Derechos humanos.

22.- Comunicación y relación con los ciudadanos.

23.- Violencia intra familiar.

24.- Trata de personas y explotación comercial de menores.

25.- Ética policial.

El anterior, la malla curricular del Curso Básico Policía del MSP. No obstante la conozco, una estructura académica como esta, solo confirma que en el tiempo, el yerro policial absurdamente se repite y persiste, al igual que su muy vaga, desesperada y trillada justificación a nivel de cadena mando, por supuesto.

De igual forma, respeto el criterio del Director de la Fuerza Pública. Es más, de hecho le entiendo; legal y políticamente, puede ser muy comprometedor justificar públicamente y con la objetividad requerida, tanto tropiezo ante semejantes escollos.

Autoridades del MSP, no más suicidios policiales que hoy, en La Merced, la factura salió muy pero muy barata. Basta de rasgamiento de vestiduras e inicien ya, con un verdadero programa de capacitación, uno que realmente produzca un cambio objetivo por prudente y positivo, en la supervivencia natural del valiente oficial policía; sí, ese de uniforme sudado y botas sucias.


Un sencillo pero fundamentado artículo de opinión dedicado, con mucho respeto y admiración, a aquellos, los padres de miles de policías costarricense que, como Don Carlos Araya y Doña Alice Salguero, supieron mostrar el camino correcto para ofrecer no sólo un servicio público decoroso, también ese espíritu de sacrificio por el deber para con nuestro país.