San José.  ¡Al mejor estilo de un día  de carnavales en el centro de San José a finales de diciembre!

Un jolgorio entre discursos contra el plan fiscal, música, policías, banderas, gente por todas partes y ventas, muchas ventas ambulantes.

Todo esto a pocos metros de donde diputados y diputadas (como dicen los políticos) caminan con sus mejores chaines para salir en tele. Las afueras de la Asamblea Legislativa se convirtieron en todo un mercado, en el que muchos intentan ganarse un dinerito de más y como dice el dicho en río revuelto, ganancia de pescadores.

Mientras doña Alicia prepara las pupusas, un vendedor de lotería roba cámaras atrás.

Doña Alicia Méndez, una salvadoreña de nacimiento, llegó con su cocina móvil para preparar unas deliciosas pupilas, mientras que a su lado, los olores de la carne seducen a los huelguistas, sin importar las cantidades de aceite para aumentar el aroma.

«Yo soy salvadoreña y no puedo opinar de asuntos políticos, pero tengo chiquitos que mantener y por eso vengo aquí. Llegué desde el primer día de huelga y me he ganado mi buena platica, aún no se cuanto», expresa.

A unos pocos metros de doña Alicia, Luis -otro vendedor ambulante- se abre espacio entre los manifestantes que llegan a protestar. Vende cornetas, sombreros y banderas de Costa Rica que ondea mientras se escuchan las estrofas del Himno Nacional en una tumbacocos que moviliza un grupo de educadores.

«Ya he vendido unas 30 banderas y otras cosas más. Hay que pulsearla porque la cosa está difícil», afirma mientras mueve, una y otra vez, las banderas.

Pero no solo carne, pupusas y banderas se venden. El negocio es bien grande. Hay venta de refrescos, jugos de naranja, agua, gelatinas, pipas, confites, helados y lotería, aunque ya nadie se acuerda por esta huelga indefinida, del famoso acumulado de los chances que sigue aumentando en cada sorteo.

En medio de todas las ventas ambulantes destaca un camión. Se trata de un trapiche que movilizan en un camión que logró, no sabemos cómo, pasar los anillos de seguridad que mantiene la Policía de Tránsito en las calles aledañas a la Asamblea.

En ese trapiche machucan la caña de azúcar frente a todos los presentes para que esta bebida típica esté bien fresca para la clientela. Todo frente a las ventanas que dan al plenario legislativo, donde los diputados deberán discutir la reforma fiscal que los manifestantes piden a gritos eliminar.

Muy cerca del trapiche está don José. Se le ve cansado por el fuerte sol de la mañana. Se sienta en un banquillo de madera junto al carrito de supermercado, en el cual transporta naranjas y un exprimidor para el jugo. Para él, las ventas no han sido las mejores.

«No sé como le irá a los demás, pero a mi no me compran mucho. Vine ayer y hoy, pero no hay mucha venta», dice con desilusión.

Mientras don José era entrevistado y los manifestantes pasan a su lado casi sin determinarlo, al fondo se escucha «helados, helados…» y los gritos de los manifestantes «ni un paso atrás, ni un paso atrás…»

Las cornetas tampoco dejan de sonar. Daniel llega a un toldo repleto de manifestantes con bolsas de plátanos y una de esas cornetas plásticas. Se le lleva a la boca para sonarla y atraer la atención de los demás… la atención de uno de esos que terminará comprándosela y, al igual que el vendedor, se la llevará a su boca para soplarla. A eso podríamos llamar, más que corneta, un «compartidor» bacterias.

«Aquí buscando como ganarse la vida humildemente porque usted sabe que la cosa está difícil con eso de los impuestos y las alzas económicas. Tratando de sobrevivir», dice Daniel bajo la sombra de un toldo que los sindicatos armaron en plena vía pública.

Entonces, ya para terminar, si usted decide ir a las manifestaciones a San José puede hacerlo sin pasar hambre ni sed. A su llegada a la Asamblea encontrará el mismo ambiente de un carnaval capitalino. Incluida buena música de trova.

Posdata: La ausencia de la Policía Municipal de San José y los supervisores del Ministerio de Salud se debe, posiblemente, a la huelga indefinida. Así que cada quien come bajo su propio riesgo porque no aquí no existen patentes, permisos de Salud ni cursos del INA en manipulación  de alimentos.