Redacción – Aunque la cobertura en la educación estatal preuniversitaria del país continuó aumentando en la última década, las cifras revelan que en los niveles de preescolar y secundaria está aún por debajo de la cobertura total, es decir, una parte de la población con edades para ingresar a esos niveles académicos no está siendo alcanzada.

En primaria la cobertura alcanza el 100 por ciento. En preescolar ha crecido de forma insuficiente, lo cual es preocupante pues ese nivel es el más importante en términos de generación de retornos futuros y, en el caso de la secundaria tradicional se observa un aumento sostenido en el mismo periodo, pero tampoco alcanza el 100 por ciento de la población con edad colegial.

Así se desprende de un estudio dado a conocer hoy por la Academia de Centroamérica que abarca un periodo de 10 años, (de 2007 a 2017) donde se analiza la educación preescolar, primaria y secundaria en el sistema estatal, desde varias perspectivas:  la cobertura de la población escolar (número de personas con acceso a educación), la calidad de la educación reflejada en el rendimiento académico, la elección entre el gasto educativo y otras prioridades nacionales  así como la distribución de ese gasto.

Según la investigación, realizada por los economistas Miguel Loría y Josué Martínez, en general la educación preuniversitaria registra índices de exclusión y repitencia con una evolución favorable. Sin embargo, en los últimos años la tasa de exclusión en secundaria muestra señales de estancamiento, un aspecto que merece especial atención.

Tendencias en la última década 

En el 2007 la tasa bruta de escolaridad en el llamado ciclo de transición (5 o menos años de edad), fue de un 95%. Diez años después, en el 2017, esa cifra bajo al 88 por ciento, con una tasa de crecimiento anual promedio menor al uno por ciento. Las causas de este comportamiento y sus consecuencias es una de las características más relevantes del sistema educativo costarricense.

En el 2007 la cobertura en primaria era de 107 por ciento y 10 años después se redujo al 100%. Esta evolución refleja reducción en el número de estudiantes con edades por encima de su nivel, lo cual sugiere un menor número de jóvenes con sobreedad.

En secundaria la tasa de cobertura aumentó de 80 por ciento a 97 por ciento en la última década, No obstante, aún no se alcanza una cobertura total en esta población, donde aún persisten índices de exclusión más allá de los deseables.

En secundaria coexisten dos sistemas, el tradicional y el no tradicional. El segundo incorpora la educación especial, por suficiencia, educación a distancia, institutos o clases virtuales, con una participación creciente con respecto a la población total en secundaria. A pesar de ello, y siendo receptor de fondos públicos, se cuenta con poca información con respecto al rendimiento académicos y costos en este sistema, más allá del número de estudiantes matriculados.

Un elemento que influye en los niveles actuales de cobertura es el cambio demográfico: envejecimiento de la población, reducción en la fecundidad y descenso sostenido de la mortalidad. En la última década todos los grupos de edad vinculados a los principales niveles educativos (0 a 16 años) han experimentado una caída en su participación dentro de la población total.

Implicaciones de política pública 

El tema analizado por la Academia de Centroamérica reviste una serie de implicaciones desde el punto de vista de las decisiones que se adopten en materia de políticas educativas a nivel estatal. Algunas de ellas se resumen a continuación:

La educación preescolar recibe una baja proporción del gasto total, lo cual debe evaluarse en términos de la baja cobertura que exhibe en la actualidad y su potencial contribución como elemento generador de altos retornos socioeconómicos a futuro para los estudiantes en particular y para el país como un todo (formación de capital humano).

Los insatisfactorios resultados en las pruebas PISA merecen un análisis profundo sobre sus causas. La educación es un proceso acumulativo y, como tal, debe evaluarse desde la primera infancia.

En el sistema educativo costarricense no existe un sistema que vincule incentivos salariales con una evaluación por resultados y estándares de calidad, a pesar de todas las reformas que se han llevado a cabo.

Sin duda alguna, la educación es clave para el desarrollo económico y social. La innovación y la productividad del país pueden verse impulsadas por personas con alto nivel educativo que por su formación académica son más eficientes en el mundo empresarial, adoptan con facilidad las nuevas tecnologías con impactos significativos, no solo en Costa Rica, sino en la competitividad global.