• En Costa Rica las autoridades solo se centraron en contar la droga decomisada, pero olvidaron crear duras y verdaderas leyes contra el narco

En abril del 2000, el general colombiano Rosso José Serrano -en ese entonces considerado como el Mejor Policía del Mundo por su lucha contra el narcotáfico- lanzó una seria advertencia a Costa Rica: “Si no cambian la legislación, terminarán como Colombia”.

Lamentablemente, aquel mensaje fue prácticamente ignorado y hoy, 21 años después, vemos como la Suiza Centroamericana pasó de ser un simple puente de la droga a convertirse en bodega, centro de operaciones de cárteles mexicanos y colombianos y  en tierra fertil para el nacimiento de nuevas organizaciones criminales.

¿Qué nos genera todo esto? A parte de la violencia y la decenas de asesinatos a manos de sicarios, hay una creciente y preocupante ola de corrupción que toca a los Poderes de la República.

Las constantes visitas y reuniones de narcotraficantes con diputados de diferentes partidos políticos y la penetración de las bandas en los cuerpos policiales son el mayor y más grave problema.

El motivo: esos vínculos entre narcos y autoridades hacen que los millones que se gastan en la prevención de ese delito sea dinero lanzado a la basura.

Combatir el narco con policías corruptos es imposible, no hay forma de ganar una batalla con infiltrados que, a cambio de dinero, ponen en peligro la integridad de policías que sí conocen el significado de la palabra integridad.

A pocos meses de arrancar la campaña política para elegir al nuevo Presidente de la República y a los 57 diputados que conformarán la Asamblea Legisltiva, los millones para financiar dichas campañas comienzan a bailar una tentadora danza.

El pasado, ya varios políticos costarricenses han sido condenados por narcotráfico en Costa Rica y Estados Unidos, pero esos casos fueron apenas el inicio. Hoy, esas vinculaciones son claras y visibles.

Basta con ver a ciertos políticos de talla baja como ofrecen dinero a cambio de votos. ¿De dónde provienen esos recursos? Es fácil presumir que de algún narco que busca comprar un “seguro” a través de ese “político”.

Veintiun años después de la visita a Costa Rica del colombiano Rosso José Serrano entiendo el porqué casi ningún político quiso ponerle atención. No había interés de combatir al amigo que ayudaba con su billetera. Prevaleció el interés personal al de todos los costarricenses.

Igual sucede con los cuerpos policiales. Ver a tantos agentes del OIJ vinculados con narcos, al igual que oficiales de la distintas direcciones del Ministerio de Seguridad Pública, revela como las organizaciones compraron a nuestros policías. Y es muy posible que hayan jueces y fiscales también involucrados.

Basta con revisar la historia reciente para ver como hasta el nombre de magistrados de la Corte Suprema de Justicia se han visto relacionados a diferentes casos, revelando una corrupción a más alto nivel.

En un país cansado de la corrupción, el narcotráfico genera aún más corrupción y hace que los ciudadanos desconfíen más de sus distintas autoridades.

En Costa Rica las autoridades solo se centraron en contar la droga decomisada, pero olvidaron crear duras y verdaderas leyes contra el narco. El problema principal no está en el conductor de la lancha o el conductor del camión que traslada la droga por nuestro país, sino en todo lo que ese envío conlleva: lavado, corrupción, ventas de drogas local, más adictos, asesinatos, inseguridad, desconfianza y muchas cosas más.

El narcotráfico pone en riesgo nuestra democracia.