• En medio de la emergencia de salud que afronta Costa Rica, el Hogar Gary ha continuado con su trabajo de dar acompañamiento a pacientes que viven fuera de San José y requieren tratamiento médico en la capital.

David Marín para Digitus CR

Tener que afrontar un proceso de enfermedad de cáncer no es sencillo. El desgaste físico y emocional llega a ser algo que desgasta no solo al paciente, sino también a toda la familia.

Mario Ureña, es paciente con cáncer de próstata y vive en Paso Canoas, en la zona sur del país.

Al recibir la noticia de que tendría que recibir tratamiento, Mario, de 71 años, no sabía qué hacer. Con incertidumbre, vino a San José junto con su esposa sin saber cómo iba a poder solventar sus necesidades en los 60 días que tendría que estar cerca de los hospitales para poder llevar a cabo los tratamientos de radioterapia.

“Comenzamos a caminar hasta llegar al Hospital San Juan de Dios. En el servicio social del hospital nos dijeron que no había campo en ningún lugar del hospital para poder hospedarnos en San José. Nos quedamos en un hotel, en la Coca Cola. A los días nos hablaron del Hogar Gary, en Rohrmoser, donde nos íbamos a poder quedar”, expresó Ureña.

En Hogar Gary, Miguel Corrales y su esposa Rosibel Cervantes se dedican a darle auxilio temporal a pacientes con cáncer que vienen de lugares lejanos de la capital. Lo han hecho durante seis años y en este lapso han podido atender con amor y dedicación alrededor de 1.318 familias.

Ángeles en la tierra

Corrales explicó los retos que conlleva continuar con esta misión en media pandemia. “Siempre habíamos trabajado bajo situaciones complejas, pero nunca tan severas como esta. El riesgo de contagiarse es muy alto, ya que las personas que atendemos vienen del hospital.

“Estamos dispuestos a correr ese riesgo, sabiendo que Dios respalda este proyecto y que en medio del Covid siempre hay personas que deben ser atendidas por otras enfermedades, como el cáncer».

La mayoría de personas que vienen a hospedarse en Hogar Gary son de muy escasos recursos. Miguel Corrales relata que, en ocasiones, ha habido pacientes que han tenido que vender propiedades para solventar sus gastos en la ciudad.

“Para mi esposa y para mí, nuestro mayor reto fue creerle a Dios que podíamos seguir adelante a pesar de la pandemia; ttener la certeza y la seguridad de que íbamos a continuar con la tarea de apoyar a los pacientes y sus familiares”, detalló.

Muchas familias, al igual que Mario Ureña y su esposa, han podido sentirse en casa, a pesar de estar a cientos de kilómetros de sus hogares.

“Desde el primer momento, sentimos que estábamos en casa. Llegamos a un lugar donde nos sentíamos amados. Teníamos comidita y una camita. En medio del dolor, fuimos acompañados de tanto amor por parte de don Miguel y Rosi, su esposa. Sentimos que éramos como sus hijos” declaró con lágrimas.

Ureña finalizó su tratamiento el 7 de mayo del 2021 y gracias a la colaboración del Hogar Gary no tuvo que vender su propiedad para poder afrontar los gastos de estar en San José.

La huella de Gary

Miguel y Rosibel tuvieron la inquietud de iniciar el proyecto cuando su sobrino, Gary, padeció una enfermedad que lo llevó a tener que asistir al hospital para los tratamientos médicos.

Como acompañantes de su sobrino en todo este proceso de enfermedad, ellos identificaron una problemática: las decenas de personas que dormían en las bancas de las salas de espera del San Juan de Dios para acompañar a pacientes que venían de las zonas periféricas del país.

“Las personas que veíamos en esas salas no tenían dinero para afrontar los gastos que conlleva estar en San José. Un cuarto en un hotel de San José cuesta ¢15.000. La alimentación de un día puede rondar los ¢7.000 y los pases del transporte público podían salir en ¢1.500”, precisó Miguel Corrales.

Su sobrino Gary falleció a los meses y sus tíos se vieron impulsados, al ver la necesidad de las personas, de abrir su propia casa para recibirlos y darles un plato de comida, acompañamiento emocional y una cama donde descansar.

“Para mi esposa y para mí, nuestro mayor reto fue creerle a Dios que podíamos. Desde que iniciamos hemos podido ser testigos del apoyo de muchas personas que creen en nuestro proyecto de acompañar con amor y cuidado a todas aquellas personas que lo necesitan”.

  • Esta nota es parte del convenio con Digitus CR, el laboratorio de innovación y producción de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad Federada San Judas Tadeo.