• Practicantes del islamismo afirman que imagen de “extremistas” es equivocada. En Costa Rica hay al menos 3 mezquitas ubicadas en San José.

Por José Andrés García, Estudiante de Periodismo

El imán Omar se levanta en su casa diagonal a la mezquita que lleva su nombre, ubicada en Calle Blancos, Goicoechea, San José. Comenta que está por recibir unas carnes que encargó desde hace días, ya que va a ir a hacer una donación en la zona. Viste una túnica larga con unos crocs cafés para poder entrar a hacer su oración al lugar.

Afirma que los fines de semana recibe niños para enseñarles sobre su religión y los viernes se hace el azalá, oración que se realiza en dirección a La Meca. Explica que las mujeres participan sin ningún problema detrás de unas cortina y que la celebración suele conovocar alrededor de unas 40 personas.

La vida de los musulmanes en Costa Rica es muy distinta a la que se difunde por los medios de comunicación, más cuando se hace recuento de los incidentes terroristas perpetuados por los talibanes y, en general, en el Medio Oriente.

Hace pocos meses, el 31 de agosto, Estados Unidos puso fin a su presencia militar en Afganistán, siguiendo los acuerdos de Doha firmados en 2020. Con su retirada, Afganistán fue tomada por los talibanes, un movimiento político-religioso que se guía por la ley Sharía (ley islámica) y el Yihadismo (ideología caracterizada por la frecuente utilización del terrorismo).

A partir de ahí, las imágenes en la televisión solo daban cuenta de miles de ciudadanos que huían aterrorizados del país, temerosos de una nueva escalada de violencia, ataques y una represión más fuerte de los derechos humanos. La imagen del padre tratando de que un soldado agarrara a su bebe de meses por encima de una barricada le dio la vuelta al mundo.

Pero a 14.000 kilómetros de Afganistán, la vida de los practicantes del islam en Costa Rica es muy diferente. Thais Solano regresó al islam hace 4 años y comenta que más que una religión, es una forma de vida.

“En Costa Rica por las condiciones de paz, tolerancia y respeto, no es difícil. Aquí nosotros tenemos muchísimas ventajas. Me siento muy orgullosa de ser tica y poder tener la libertad de culto que se goza aquí»

Solano comenta que «mientras era trabajadora de salud para la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), podía trabajar con mi hiyab y cumplir con mi rol de enfermera y nunca tuve un problema en ese sentido. De verdad es un lugar privilegiado.”

Abdel Rahman, un egipcio radicado en Costa Rica, menciona que aplicando los mandamientos de Dios, se puede mejorar un país y cualquier otro. Menciona que cuando no se siguen dichas leyes, pasan maldades en las comunidades y aumenta el crimen.

“Nosotros somos personas normales, corrientes y amables. Nuestras tradiciones son muy bonitas, somos generosos y nos gusta invitar a la gente. No tenemos ningún problema con que las personas crean en lo que crean. Nosotros estamos ordenados a hacer llegar el mensaje de Dios, que es el islam”, agregó.

Actualmente existen al menos tres mezquitas en San José. La mezquita de Omar, en el barrio Montelimar; la mezquita Luz y Fe y la mezquita Chií, ambas en San José Centro. Se calcula que en Costa Rica viven entre 1.000 y 1500 musulmanes, según un reportaje publicado en La Nación el 29 de marzo del 2019.

Thais Solano (Crédito: José Andrés García)

“En Costa Rica la gente vive en paz, no tenemos ese conflicto. El problema allá es por los gobiernos, no quieren darle libertad a la gente. La gente en aquel lugar no es tan religiosa, son dictadores, son militares. Ellos solo respetan sus riquezas y sus armas, el que no escucha, lo matan. No respetan ni los derechos de los animales”, mencionó enfático Omar.

Thais Alfaro explica que en los aeropuertos de España y en algunas de sus ciudades sí sintió discriminación. Afirma que recibió miradas raras, sintió que hablaban a sus espaldas y mucho rechazo. Pero dice que en nuestro país las cosas son diferentes y que lo que más percibe es curiosidad de las personas.

Generalizar y estereotipar
Existe la creencia que la mayoría de los creyentes de esta religión son extremistas o radicales religiosos, mucho influenciado porque los medios bombardean constantemente con noticias que dan ese punto de vista. Al respecto, el egipcio Abdel Rahman comenta que los medios son los principales responsables de difundir esa imagen por el mundo.

“Los medios ven que algún musulmán hace algo malo, que puede ir hasta en contra del islam, y dicen que lo hizo por ser musulmán. Empiezan a difamar un montón de palabras en las películas y nos duele muchísimo, como, por ejemplo, con Allahu Akbar, que significa algo bueno, Dios es lo más grande”, explicó.

Thais Alfaro menciona que el islam es perfecto, pero que los musulmanes no lo son. Además, que las personas que generalizan son ignorantes, ya que en todos lados, “hay de todo”.

Otro de los grandes temas por los que se critica a los musulmanes es por el machismo. Desde este lado del mundo, se ven algunas tradiciones culturales de esa religión como algo absurdo e, incluso, inaudito. Alfaro señala que hay diferentes rasgos y, por ende, diferentes obligaciones.

“Tenemos características e identidades individuales, por lo que cumplimos diferentes roles. El aporte que cada uno de nosotros da a la sociedad son los que logran una estructura comunitaria equilibrada, que sea funcional y que sea saludable”, manifestó.

Afirma que existen algunas concesiones. Uno de los ejemplos que explica es la obligación de rezar cinco veces al día y de ayudar en el Ramadán, pero cuando la mujer está menstruando, no tiene que realizar esas obligaciones en consideración a las condiciones físicas del momento.

Tanto Alfaro como Omar consideran que gran parte de los desaciertos a la hora de hablar sobre esta religión es la falta de información por parte de la gente. Pocos costarricenses conocen que existe una población musulmana en el país y que cuenta con sus respectivas mezquitas para efectuar sus cultos. Y que la comunidad está dispuesta a explicar y dar a entender sus costumbres para poder generar una mayor aceptación de sus creencias.

*Esta nota es parte del convenio con Digitus CRel laboratorio de innovación y producción de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad Federada San Judas Tadeo.